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1989. El patio del colegio Asilo Pola (hoy Museo Piñole) y el jardín del palacete de Ladislao Menéndez, conformaban el patio de esa manzana de casas que fueron derribadas para ensanchar la avenida.
Los secretos de las calles de Gijón

La Costa: una avenida con muchos nombres que definía el extrarradio gijonés

La carretera que conducía a Villaviciosa era el límite del Gijón urbano y vio caer una muralla que fue reemplazada por espacios verdes

Viernes, 13 de septiembre 2024

Esta avenida, una de las más largas de Gijón, abarca una longitud oficial de 1.745 metros, puesto que comienza en el cruce de la Acerona y termina en la calle Pintor Marola. Si bien históricamente ha sido la carretera de Villaviciosa, ahora este tramo es el que media entre la calle mencionada y la rotonda de La Guía.

La avenida de la Costa es una calle de calles. ¿Conocen alguna que haya tenido tantas denominaciones a la vez? Es decir, que los tramos de una misma vía hayan tenido nombres diferentes. Sólo me viene a la cabeza la calle Corrida, pero no tiene estas dimensiones. Carretera de Villaviciosa; carretera de la Costa; avenida Francisco Ferrer entre 1931 y 1937 (entre Begoña y Ramón y Cajal); General Mola desde 1937 (hasta Cocheras); Comandante Caballero desde 1939 (entre la plaza de Europa y Begoña), y avenida de la Costa (desde 1990).

Urbano – no urbano

¿Se imaginan que el pediatra Avelino González, mismo promotor de La Gota de Leche y el Hogar Maternal e Infantil, hubiera visto cumplirse su propuesta de hacer un jardín de infancia en el cruce de la avenida de la Costa con Palacio Valdés? La avenida de la Costa hubiera comenzado en un parque y habría terminado en otro [Cocheras]. En ese cruce, por otra parte, es donde estaría hoy la fuente monumental de cerámica de Talavera que ahora se halla en el Jardín Botánico.

Hilera de casitas de La Catalana entre la Costa y Marqués de Casa Valdés, que fueron derribadas. A la izquierda se ve la tapia del jardín del Continental. Foto: Joaquín Aranda. Fecha: 1973. Museo del Pueblo de Asturias.

La avenida de la Costa se llama así por una razón obvia, hasta ahí llegaban los predios rurales en el siglo XVIII, el monte de Begoña y los complejos dunares de su extremo oriental. Algunos informes y proyectos antiguos nos muestran cómo, respetando la idoneidad, el paseo marítimo debería haber discurrido más cercano a esta vía y esta hubiera sido la segunda línea de playa.

La avenida de la Costa era el límite meridional de la ciudad consolidada. En 1921, lo que estuviera por debajo de aquella sería no urbano. Esto significa que la primera corona de extrarradio la compusieron una serie de parcelaciones rústicas decimonónicas que promovieron algunos particulares y cuyo trazado puede advertirse aún a día de hoy como El Humedal, El Fumeru y El Tejedor, en la misma línea que el gran espacio verde de La Florida.

Otra curiosidad que los más jóvenes no han podido conocer es que la avenida de la Costa tuvo doble sentido de circulación en toda su extensión y se podía aparcar en buena parte de sus tramos. A mediados de la década de 1990, por citar un ejemplo cercano, se amplió la acera entre la avenida de la Costa y el Continental y se acabó el doble sentido del tráfico.

Castillo de cartón-piedra que se instalaba, como arquitectura efímera, en el cruce de la avenida de la Costa con la calle 17 de Agosto ante visitas o festejos reseñables. Foto: Arturo Truan. Fecha: 1880. Museo del Pueblo de Asturias.

La manzana reseca

Lo mismo le sucedió pero bastante antes al tramo inicial. En la década de 1990 se derribaron un buen número de casas en el tramo que bordea la plaza de Europa para generar la acera y los dos carriles extra que hoy conocemos. Víctima de este ensanchamiento fue, por ejemplo, el patio del Asilo Pola, el palacete que hoy alberga el museo Piñole y que tiene un reducido y estanco espacio verde trasero, algo inútil e incomprensible pues no se puede acceder. Mismo sino corrió el jardín del contiguo palacete de Ladislao Menéndez. Esos jardines estaban en el patio de la manzana, cuyo perímetro meridional se derribó.

Los edificios del frente de la manzana que se encuentra delimitada por las calles La Suerte y Santa Justa tuvieron serios problemas de estabilidad por culpa de la construcción del edificio siguiente, que da a la avenida Schulz, hacia 1988. El nivel freático era alto —por eso se padecían tanto las inundaciones y crecidas del río Cutis— y la cimentación de los inmuebles más vetustos se había efectuado con largos pilotes de madera de eucalipto, que requerían una situación de encharcamiento para evitar la pudrición. El nuevo edificio empleó potentes bombas para extraer el agua del futuro sótano —un sótano al que se la añadió una planta más— y los edificios aledaños comenzaron a pisar al evacuar el agua y los pilotes de madera se oxidaron por la situación aeróbica.

Elefantes transitando por el cruce de la calle Adosinda provenientes de una visita circense. Foto: Óscar Vieyo. Fecha: 1984.

¿Sabían que en noviembre de 1989, incluso por la noche, se desalojó forzosamente a un centenar de vecinos y tuvieron que sacar sus cosas por las ventanas para ser buena parte de ellos alojados en viviendas sociales? Más de 100 millones de pesetas le supuso al Ayuntamiento aquella negligencia urbanística. Los dos edificios, número 18 y 20, de la avenida de la Costa se tuvieron que derribar en 1990 por las enormes grietas que se produjeron. Sólo se salvó el vanguardista edificio imperialista de Manuel García Rodríguez (1947) que hoy alberga una peluquería y anteriormente la sidrería Miravalles, cuyos mejillones al ajillo siguen siendo inolvidables. Era un tramo bastante chigrero, por otra parte, cosa que hoy se echa en falta en Gijón. Ahí estuvieron las sidrerías de Luis Canal (inmueble preexistente al que produjo la tragedia) y Casa Herminio (el del medio de la manzana).

Cines y parques

Edificios de la manzana reseca esperando ser derribados. El único que quedó en pie fue el de la esquina izquierda. El culpable de toda esa negligencia fue el del extremo derecho de la imagen. Foto: Pañeda. Fecha: 1994. El Comercio.

Algunos espacios de ocio emblemáticos bañados por la avenida de la Costa fueron los cines de Los Campos (primero teatro-circo Obdulia) y el Goya. Donde el cine Goya (actual hotel Begoña), que primero fue el cine Versalles y antes el Sanchís, se construían, en determinados festejos veraniegos, castillos de cartón-piedra, una arquitectura efímera con el fin de engalanar la ciudad ante posibles visitas regias. Enfrente estaba el palacete del doctor arquitecto García Rodríguez, en la otra esquina de Hermanos Felgueroso se alzaba otro palacete, el del vizconde de Campo Grande que luego fue ocupado por la droguería Cantábrica. Justo enfrente de una emblemática tienda de ultramarinos que cerró hace poco: La Puerta del Sol.

El derribo paulatino de la muralla de época carlista, desde 1868, permitió generar un sistema de espacios verdes gracias a su espacio liberado: es el caso de Begoña y los jardines de Juan Alvargonzález (mitad occidental de la plaza de Europa). En el extremo oriental de la ciudad estaban los terrenos arbolados de La Florida, donde se hicieron la segunda Feria de Muestras y las sucesivas Ferias Agroganaderas hasta 1931. Ahí, en aquel gran teatro-circo de 1876, se hicieron las primeras pruebas ecuestres que hubo en la Asturias.

La tienda de deportes de Ferrero en la esquina de Felipe V. Fecha: 2006. Foto: Efrén Rodríguez.

En el sector central quedan grabados comercios como Cofán, dedicado a la maquinaria agrícola y a la venta de plantas; la tienda de cómics de la esquina de Adosinda, con esa columna en medio de los peldaños, y la cadena 100 de fachada roja que había justo enfrente. Frente a estos dos negocios estuvo un emblema de Gijón como la Casa de Socorro, durante las décadas de 1950-1970 fue especialmente importante, pues hay que tener en cuenta que la construcción del hospital de Cabueñes es muy reciente. A su espalda, dando a la avenida de la Costa, sí, había enormes huertas y en el cruce con Ramón y Cajal, enfrente del cine Los Campos, estaba el suntuoso palacete de Pedro Alonso, donde impartieron su formación las monjas del Servicio Doméstico.

Esta avenida era la principal vía de las cabalgatas de los reyes y de carnaval, porque salían desde la plaza de toros. Pero lo que pocos recordarán es la imagen de un importante número de elefantes transitando por la Costa con motivo de una visita circense a principios de la década de 1990. La carretera de Villaviciosa, no fue casualidad, fue un vial estratégico para el asentamiento de dos importantes fábricas de sidra achampanada como la de Vereterra y Cangas y la de Zarracina.

El Continental se llama así porque el último reducto de La Florida fue ese parque boscoso del Continental, que tenía una pista polideportiva (ahí se jugó a tenis, a balonmano, se hizo boxeo, y hasta patinaje) que luego fue edificado y ocupado por una malograda galería comercial cuyos restos rotulados aún pueden verse. Ahí estuvieron las oficinas de Telefónica y también el añorado restaurante Gallery Art & Food, con un joven Alejandro Urrutia a los fogones, que integraba incluso un salón de actos donde ponían ópera y otros espectáculos escénicos.

Multicines Hollywood el día que cerraron. Fecha: 2005. Foto: Pablo Quiroga.

Enfrente hubo un grupo de casas que llegaban hasta Doctor Hurlé, donde hoy están las cuestas, y se derribaron a mediados de la década de 1990. Esas casas y las que continuaban eran las de La Catalana y llegaban hasta la marmolería de Gargallo, que fue puntera en la región y con sus materiales se construyó el primitivo paseo del Muro. Un secreto que pocos conocerán: frente a la tienda de Enzo Ferrero, donde muchos nos vestimos y calzamos de cara al cole o para el equipo de futbol, hubo un restaurante llamado Atlantis con unas inolvidables incursiones en cocina germana y mantequillas de sabores sobre carne a la piedra. Terminamos el recorrido a la altura del Mike's, que lleva abierto desde 1982, donde estuvo el palacete ajardinado de los Buznego.

Palacete regionalista de la marmolería Gargallo, entre la calle Piles (dcha.) y Doctor Hurlé. Foto: Gonzalo del Campo y del Castillo. Fecha: 1969. Museo del Pueblo de Asturias.

Seguro que nos dejamos secretos y anécdotas que contar, pero esto sólo es el principio. ¡Nos vemos en las calles!

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