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MARCO MENÉNDEZ
GIJÓN.
Jueves, 26 de mayo 2022, 16:15
«Cien años inolvidables» de la presencia claretiana en Gijón. Es lo que se celebró ayer con una misa en la iglesia del Corazón de María, que estuvo presidida por el arzobispo de Oviedo, Jesús Sanz Montes, quien no escatimó palabras de cariño para los ... discípulos de San Antonio María Claret. «Hoy es un día de fiesta para toda la familia claretiana y toda la familia diocesana, al mismo tiempo», aseguró el arzobispo, quien hizo un pequeño recorrido histórico de la relación de la misión con Gijón desde que su fundador viviera un mes en la ciudad, en 1858, acompañando como confesor a la Reina Isabel II y a un adolescente Alfonso XII.
Sanz Montes también destacó la labor educativa del Corazón de María (Codema), en el sentido de «acompañar, permitiendo que la persona descubra, viva aquello que más le corresponde. No solo se enseñan números y letras, historias y geografías. Se enseña a mirar la vida con unos ojos diferentes».
No faltó a la cita el superior provincial de los Misioneros Claretianos de la Provincia de Santiago, en la que está incluida Asturias, Adolfo Lamata. Aseguró que la celebración de este centenario significa «muchos años, tiempos y muy distintas circunstancias de presencia claretiana en Asturias». Además, resaltó la «pasión y el cariño que los gijoneses han demostrado a los claretianos que han pasado por aquí y agradecerlo es obligatorio».
Y esa asturianía de los claretianos la quiso reafirmar el padre Arturo Muiño, al indicar que se trata de «cien años andando por Asturias como verdaderos asturianos». También recordó importantes efemérides de la comunidad en la ciudad, no solo su llegada el 14 de marzo de 1922, sino otras como la consagración de Gijón al Corazón de María, en 1943; la exaltación de San Antonio María Claret en su canonización, en 1950; la fundación de la parroquia, en 1965, y las dos ampliaciones de las dependencias docentes, en 1965 y 1980.
Pero quiso resaltar el papel que tuvieron los claretianos en «la protección y guarda de la imagen de la Santina, que salió de la cueva durante la contienda fratricida y llegó a nuestra misión en París en agosto de 1939. Toda la emigración hispanoamericana le dio una bienvenida inolvidable». Y también ellos fueron los encargados del retorno de la imagen hasta el puerto de Pajares.
Muchas fueron las personas que no se quisieron perder la celebración de esta misa conmemorativa, que estuvo amenizada por el coro de la parroquia y por un trío de cuerda acompañado por una vocalista. Como no podía ser de otra manera, el oficio terminó con la interpretación del himno claretiano.
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