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ÓSCAR PANDIELLO
GIJÓN.
Martes, 16 de enero 2018, 03:19
Aprender tanto de las desgracias y como de los aciertos que ofrece la historia es uno de los aspectos básicos de la formación del alumno. Esta es una de las premisas sobre las que trabaja el Grupo Eleuterio Quintanilla, creado en 1994 por profesores ... de distintas etapas educativas con el objetivo de fomentar la tolerancia y la interculturalidad en las aulas. A lo largo de estos días, el grupo ha rescatado en el Antiguo Instituto de Gijón material didáctico elaborado hace diez años bajo el título 'Pensad que esto ha sucedido. Lecciones del Holocausto'.
Ayer, la proyección de la película 'La profesora de historia' sirvió para poner en común entre profesores y alumnos algunas de estas enseñanzas que deja una de las mayores desgracias de la humanidad y, al mismo tiempo, debatir sobre algunos de los mayores problemas a los que se enfrentan los docentes.
«En la película se muestra cómo una profesora francesa logra movilizar a un grupo de alumnos marginales y con poca predisposición al estudio con un trabajo sobre el Holocausto. Hace que ellos mismos se impliquen y se motiven con el trabajo a través de un modelo educativo por proyectos, lo que podría dar una pensar una cuestión básica: ¿Por qué no todos los profesores optan por este tipo de métodos en vez de modelos más clásicos?», se pregunta Aida Terrón, experta en Historia de la Educación de la Universidad de Oviedo que ayer presentó la película.
Ella misma, sin embargo, aporta una respuesta a esta problemática: «La solución no es técnica. No sirve de nada que la educación se afane en dar respuestas y ofrecer valores cuando al final parece que el entorno social en el que se desenvuelve el joven contradice todo lo que se dice en las aulas. Parece que la sociedad está empujando al profesor a formar consumidores», subraya Terrón.
En la película visualizada ayer, la profesora que saca adelante este proyecto sobre el Holocausto parece la «única que pide comprometerse en una institución rígida» como el instituto en el que se desenvuelve. Esto, trasladado a las aulas actuales, genera el llamado «síndrome del profesor quemado», es decir, aquel que se desengaña del sistema educativo y pierde la motivación por aplicar nuevos modelos educativos que enganchen al alumno.
El papel de la educación a la hora de evitar nuevas catástrofes, sin embargo, genera algunos interrogantes. «¿Cómo es posible que la Primera o la Segunda Guerra Mundial estallasen en las poblaciones más cultas del mundo? Son pueblos escolarizados que no pudieron evitar el conflicto», reflexiona. Conocer la historia, pese a ello, supone un punto de partida necesario para convertir al niño en un «sujeto moral» capaz de posicionarse, en primer lugar, dentro del aula, donde convive con compañeros de procedencias y sensibilidades muy diversas.
Mañana, a las 18 horas, se realizará una visita guiada por la exposición seguida de la presentación de la 'Guía de recursos para el estudio del Holocausto'.
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