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Marina G. Vallín
Sábado, 15 de julio 2023, 01:16
Un año más la Semana Negra atrae a miles de personas al recinto del antiguo Naval Gijón. Si algo caraceriza este encuentro es la combinación de literatura con diversión, gastronomía y música. A solo dos días de que del certamen termine hablamos con varios de los trabajadores que se dedican a dar de comer y beber a todos los visitantes. Sin ellos no sería posible su celebración.
Las veteranísimas madre e hija de esta feria, María Jesús Suárez y Pamela Fernández, llevan más de 30 años asistiendo. «Cuando se hizo por primera vez llamaron a un grupo de feriantes y la inauguramos nosotros junto con otros vendedores», relataba la segunda, explicando la historia del negocio familiar, los Suárez. Su puesto vende desde palomitas hasta algodones de azúcar y chucherías, todo un atractivo para los más pequeños. «Se notan las novedades en atracciones, la gente este año viene con más gana de gastar que otros, algo muy importante».
El puesto de la Pizzería Angelo's, que lleva nueve años acudiendo a la Semana Negra, ofrece una gran variedad de pizzas, todas gigantes. «Hay colas larguísimas, pero creo que la edición pasada nos fue mejor porque el tiempo acompañó más», explicaba Miguel Ángel Landete, trabajador del puesto. En ocasiones la lluvia asturiana, que llega en cualquier época del año, juega en contra, aún así, la pizza es una comida rápida que no falla nunca en un feria como esta.
Desde 1988, los artesanos del histórico negocio de La Gufrería de Gijón siguen funcionando y acudiendo año tras año a celebraciones como esta. «Llevo desde el primer día y seguramente repita y vaya a la Feria de Muestras a trabajar para ellos», contaba Rafa Suárez-Muñiz, que se dedica a la hostelería por primera vez. «Mucha gente que viene me cuenta que lleva un año esperando a que llegue la feria para poder comer un gofre de nuestro puesto», celebraba.
Como el comer no sería nada sin el beber y el bailar, la carpa del Black Sea ofrece a diario música en directo, además de dj's, acompañada de mojitos y sidra. Algunos como Iván Moure llevan trabajando aquí edición tras edición. «Empecé en la Semana Negra en 2007, cuando se hizo por primera vez en Poniente», explicaba. Otros como Eva Rodríguez viven su primera vez como camareros en esta locura literaria y festiva que cada verano toma el antiguo astillero. «Estoy segura de que repetiré. Durante el año estudio, pero estoy trabajando para sacarme un dinerillo este verano», nos explicaba.
Da igual que llueva o que las palomas se caigan del calor. Estos currantes dan el callo durante esta semana de diez días para ofrecer su cara más sabrosa a los visitantes.
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Mikel Labastida y Leticia Aróstegui (diseño)
Óscar Beltrán de Otálora y Gonzalo de las Heras
José A. González y Álex Sánchez
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