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MARIO ÁLVAREZ
GIJÓN.
Martes, 26 de enero 2021, 01:27
Casi un año pasó desde la obligada clausura hasta que ayer se reestableció el servicio en la Cocina Económica, que volvió a servir comida para consumir en el propio local a las personas sin techo y por lo que su directora, Marisela Cueto, se mostró ... satisfecha: «Volvemos a sentirnos felices de hacer lo que más nos gusta, ayudar al prójimo», algo que no habría sido posible sin la colaboración de todos los trabajadores y de los voluntarios que «consiguieron que todo saliera tal y como deseaba».
En este sentido, destacó el comportamiento de todos los usuarios, que respetaron las indicaciones del personal para cumplir de forma rigurosa con los protocolos sanitarios. «Salud estudió todos los detalles para que no se produzcan contagios, pero, naturalmente, cada asistente se convierte en el mejor garante de la seguridad de todos los presentes».
Sin embargo, Marisela Cueto reconoció que la afluencia no había sido tan elevada como se preveía en un principio: «Quizá sea mayor nuestro interés en ayudar que la demanda real», comentó, en alusión a las 30 plazas que acordó con las autoridades sanitarias. «No hemos superado la mitad de ese aforo», señaló Cueto que indicó que solo 18 personas se han apuntado para aprovechar la prestación que les permite comer en un sitio cerrado, en lugar de tener que hacerlo en la calle. Además, de esa lista, tres personas no acudieron sin comunicar el motivo. Aun así, esto no provoca desánimo en la directora, ni en el personal de la Cocina Económica: «Nuestro trabajo consiste en que exista una alternativa para que la gente pueda escoger». Reconoce que hay más gente que los que ayer acudieron que se encuentra en una situación de exclusión y vulnerabilidad, pero, en ocasiones, «prefieren continuar algo apartados de la sociedad mientras su caso particular se resuelve». Para ella, resulta fundamental destacar que se trata de un modelo flexible y que, en consecuencia, nadie tiene la obligación de acudir si no lo desea. «Esto es optativo. Una alternativa para quien así lo desea», apostilló.
Además, pidió comprensión para las personas vulnerables e insistió en que respeta cualquier decisión: «Se encuentran en una situación muy delicada y son ellos mismos los que tienen que pensar si les compensa o no nuestra prestación».
Aunque desconoce los motivos que puedan tener quienes no asisten a su cita, cree que la rigidez en el horario constituye uno de los puntos fundamentales por los que hay gente que prefiere continuar comiendo a la intemperie. O sin comer: «Algunos tienen su rutina y no la quieren cambiar. Prefieren la comodidad a la calidad de vida», indicó para recordarles que en cualquier caso, si cambian de criterio, la Cocina Económica siempre les recibirá con los brazos abiertos.
Además, para el personal, el hecho de que sean ellos los que decidan no acudir resulta un paradójico alivio: «Nos moríamos de la pena cuando durante la ola de frío, nos los encontrábamos empapados y tiritando», comentó Marisela Cueto, que confía en que se incremente la asistencia durante los próximos días.
«Hoy fue la primera toma de contacto, durante las próximas jornadas seguro que hay más sin hogar que deciden aprovechar nuestra prestación», afirmó la directora, que indicó que existe la posibilidad de que gente que se quedó fuera en el primer cribado, pudiera acceder al servicio si hay apuntados que no acuden al mismo. No obstante, para ello se tendría que cumplir con la premisa de que ya hubiera 30 personas inscritas, algo que no sucede actualmente.
«Cubrir la demanda del resto». Con este objetivo, la directora de la Cocina Económica recordó que la gente que precisa del servicio y que tiene vivienda puede continuar recogiendo la comida para consumir en su hogar. En este sentido, recordó que se habilita el comedor para que las personas sin techo puedan comer sin lidiar con las inclemencias metereológicas, pero «bajo ningún concepto se deja a nadie de lado».
Como consecuencia de la pandemia, el personal reconoció una mayor demanda de la prestación, aunque no se reconoce un perfil concreto. En cualquier caso, muchos de ellos atraviesan una situación de desempleo que se prolonga desde que comenzase la pandemia hace casi un año. Una situación que Marisela Cueto definió como insostenible: «Hay gente con hijos a su cargo a los que no pueden alimentar», señaló.
Así mismo, la directora de la Cocina Económica destacó que la pandemia también ha puesto de relieve que «todas las personas pueden caer en desgracia si se producen circunstancias adversas».
Marisela Cueto deseó que pronto la Cocina Económica pueda ampliar su servicio en comedor porque eso implicaría tanto, «que la tasa de positividad se habría reducido como, una mayor cobertura con la consecuente recuperación del aforo». Hasta la llegada de la covid, el local ofrecía 80 plazas que, en las correspondientes franjas horarias, permitían que se proporcionaran más de 200 comidas y de 200 cenas cada día. «Son datos esclarecedores de nuestra labor», culminó, con orgullo Marisela Cueto.
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