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Recorrer y ser parte del paisanaje del barrio de Cimavilla, una siempre disfrutada costumbre gijonesa, es «una odisea» para las personas con severos problemas de movilidad. Lo lleva siendo años. Utópico a la par que peligroso sería para cualquiera de estas personas transitar en soledad ... por el barrio alto. Un lujo inalcanzable en pleno 2024.
La nimia Semana Europea de la Movilidad del Ayuntamiento ha provocado que varias asociaciones hayan programado este fin de semana actividades alternativas. Por la mañana, por ejemplo, la calle Ezcurdia en su paso más cercano al Náutico estuvo cortada al tráfico para el disfrute de los pequeños. Y al mediodía Cocemfe y Asturias en Bici organizaron un recorrido por Cimavilla con personas en sillas de ruedas para evidenciar los obstáculos del barrio. De alguno de ellos fue testigo ayer EL COMERCIO, que acompañó a Cocemfe en su recorrido.
«Los políticos se tienen que dar cuenta de que la accesibilidad es una comodidad que debería afectar al 100% de la población», indicó David Fernández, representante de Cocemfe durante la marcha de ayer.
Las personas con movilidad reducida en Cimavilla, por ejemplo, no pueden acceder ni a la capilla de Los Remedios ni a la de La Soledad. Circular por la acera derecha de la calle Óscar Olavarría, una actividad de riesgo. Estrecha de por sí, en el tramo que discurre junto al edificio de la Fundación Alvargonzález la acera se angosta hasta obligar a pasar a milímetros de un bordillo superior a los 30 centímetros. La calzada izquierda no dista mucho de su par. «Genera mucha impotencia que no podamos acceder a según que lugares de nuestra ciudad», comentó Loli Rodríguez. La altura de las aceras obliga también a que las pequeñas rampas de acceso a garajes superen con creces los 45 grados de inclinación.
Calzadas estrechas, pendientes pronunciadas por las que ni siquiera las sillas motorizadas suben, pavimentos irregulares, escaleras sin rampa, mobiliario urbano mal ubicado, e, incluso, numerosas ausencias de vados peatonales. Quien suba, por ejemplo, por Pintor Sebastián Miranda por la acera izquierda deberá dar la vuelta en el cruce con María Bandujo por la falta de un paso de peatones, por lo que no está rebajado el bordillo de 30 centímetros. «En Cimavilla, por no haber, no hay ni un baño público en condiciones. ¿Cómo se llega dignamente al que está ubicado junto al skatepark?», lamentan. Otro ejemplo: las rampas de acceso al cerro de Santa Catalina son salvables, pero no el camino de tierra lleno de baches y charcos que lleva al 'Elogio del Horizonte'.
Anany Ayn, miembro de Cocemfe, en silla de ruedas desde hace 17 años, aprovechó la ocasión para demandar mejoras en materia de accesibilidad en los edificios públicos. «Para entrar al Museo Barjola hay que salvar no uno sino dos escalones, y subir a la primera planta es directamente imposible», lamenta. «Es inaudito que en pleno 2024 sigamos con obstáculos. Los bares, por ejemplo, deben ponerse las pilas para cumplir con las normas. Es difícil encontrar baños accesibles», clamaron los usuarios al término del recorrido por Cimavilla, donde tal y como constataron «hay mucho margen de mejora».
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