Un empleado del Grupo, durante las labores de mantenimiento. JOAQUÍN PAÑEDA

Los clubes deportivos se vuelcan en labores de mantenimiento para evitar averías de gravedad

Las oficinas se han trasladado al domicilio de muchos empleados y en el caso del Chas los caballos deben seguir ejercitándose

DANIEL BUSTO

GIJÓN.

Lunes, 6 de abril 2020, 00:13

Piscinas sin nadadores, balones y pelotas guardadas en las cestas, piraguas en el almacén y césped que, poco a poco, crece sin ser pisado. Tanto el deporte profesional como el federado han tenido que pararse hasta nuevo aviso y, por extensión, el deportista aficionado también tuvo que hacerlo. Los clubes sociodeportivos de la ciudad permanecen estas semanas en silencio, sin su trajín habitual, y con los empleados mínimos para realizar las necesarias labores de mantenimiento.

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Prácticamente en la totalidad de los casos el trabajo de oficina se ha trasladado al domicilio de los propios empleados. Desde ahí continúan las tareas de contabilidad, emisión de recibos, gestión de nóminas, atención telefónica u 'online' de los socios y, como carga añadida, todo el papeleo que ha conllevado realizar los recientes expedientes de regulación temporal de empleo.

Por el Grupo Covadonga es difícil ver estos días a más de cinco empleados, responsables de la seguridad y mantenimiento de la maquinaria. Actualmente, se explica desde la entidad, «solo acuden «los encargados, personas con cualificación», para mantener en funcionamiento «durante algunas horas» los sistemas de depuración. También se controla la ventilación del pabellón Braulio García «para que no se produzca deterioro» en el suelo de la pista, se revisan los cuadros eléctricos y se visitan a diario las otras tres sedes que el Grupo Covadonga tiene en la ciudad para cerciorarse de que «todo esté en orden».

La infraestructura de calderería y maquinaría «no puede estar cerrada, sería una debacle», advierte Secundino González, presidente del Santa Olaya, donde también se realizan las labores básicas de mantenimiento con el personal mínimo y «cumpliendo las normas de seguridad para prevenir contagios».

Jornadas reducidas

Al margen del cuidado de las instalaciones, tanto el Grupo como el club olayista han puesto en sus páginas web una serie de actividades, juegos y ejercicios para realizar en casa. Las direcciones deportivas tampoco bajaron la guardia y mantienen la comunicación con los integrantes de sus secciones deportivas.

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En situación similar se encuentra el Club Astur de Regatas, que aplicó un ERTE y cuenta con seis trabajadores -de una treintena habitual-, con jornada reducida al 50%, para las tareas de mantenimiento, vigilancia y gestiones administrativas. «Esperemos que para Semana Santa mejore la situación», desea el presidente, Alfredo Alegría.

A la espera de que se levanten algunas restricciones gubernamentales, en el Club Tenis Gijón se redujeron al mínimo las tareas de mantenimiento. Tan solo continúan las funciones administrativas mediante teletrabajo. Mientras tanto, en el Club de Golf Castiello, el mayor cuidado se centra en el cuidado del campo, con un equipo reducido a cuatro jardineros diarios, ya que si no se realizase durante estas semanas «su deterioro puede ser muy costoso», según explica su presidente, Senén Merino. Además, el presidente recuerda que el confinamiento coincidió con la época de pinchado del campo, por lo que se añaden una serie de tareas extra a las habituales «que no se pueden dejar a la mitad».

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Si los gastos se disparasen, Merino explica que la entidad «vive de las cuotas de sus socios», por lo que «al final se harán números y el socio, que también es propietario, decidirá qué es lo que quiere hacer si sobra o si falta dinero». En este club el ERTE afectó «al personal del cuarto de palos y, parcialmente, al de administración».

Cerca del centenar de caballos

En el Club Hípico Astur se pararon las clases de la escuela de equitación, pero dadas las peculiaridades de este centro, con cerca de un centenar de caballos alojados en él, se mantiene una mayor actividad laboral que en otros clubes de la ciudad. «Sus cuidados nos obligan a seguir funcionando», explica el presidente, Jesús Kocina. Los propietarios de los caballos, además, «tienen derecho a entrar en las instalaciones para moverlos, dar pase, cuerda...». Eso sí, se les pide «que dediquen el menor tiempo posible».

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En estas entidades, con cerca de 62.000 socios en total repartidos por toda la ciudad, el objetivo es velar por que todo esté listo para cuando las puertas vuelvan a abrirse y los puntos, goles y canastas vuelvan a anotarse sobre unos terrenos de juego que ahora permanecen vacíos.

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