Secciones
Servicios
Destacamos
EVA FANJUL
GIJÓN.
Domingo, 4 de agosto 2019, 01:43
La Polar acaba de cumplir cincuenta años. La conservera gijonesa nació el 14 de julio de 1969, con Gonzalo González Barrio al frente y en el seno de la Unión de Fabricantes Asturianos (Fasa), una sociedad anónima integrada por once fábricas de conservas de ... diferentes localidades como Avilés, Candás, Ribadesella y Lastres.
«Con el tiempo las empresas se fueron marchando y ahora solo quedamos nosotros, la familia González Meana». Así lo explica uno de sus integrantes, perteneciente a la segunda generación de esta familia ligada a la mar, Gonzalo González Meana. Ya está en acción, además, el relevo, la tercera generación, integrada por sus sobrinos Pablo y Laura Alonso González y su hijo Gonzalo González.
Desde aquel verano de 1969 hasta hoy ha pasado medio siglo «a pie de rula». Cinco décadas en las que ha sido testigo del «declive de las conservas con la llegada de los frigoríficos» y de la evolución de un sector que apuesta por dar continuidad a una elaboración artesana.
La actual empresa debe su nombre «de una de las fábricas de los antiguos socios que se encontraba en Luanco se llamaba La Polar y nosotros seguimos con la marca», indica González Meana. A pesar del tiempo transcurrido, las cosas en la factoría «siguen haciéndose como siempre», apunta. Lo único que ha cambiado es el sistema de oficina, «antes se hacía todo con máquina de escribir», recuerda.
Durante el verano la actividad se concentra en la conserva de bonito. En el sistema de producción las novedades son técnicas y se limitan «a alguna máquina nueva que cierra más latas por minuto o una lavadora que lava mejor o una estuchadora para el envasado, pero lo que es el cocido y el pelado sigue igual», enumera.
Quizá por eso las imágenes que reflejan la actividad en la fábrica apenas varían a pesar del paso del tiempo. «El tiempo de cocción de los bonitos depende del tamaño, entre hora y media los pequeños o monos, dos horas y media los medianos y hasta cuatro los grandes», explica. Después viene el pelado, que se hace a mano «como toda la vida». De cada bonito salen cuatro lomos y separamos la ventresca, y después ya empacamos los trozos también a mano. Después se lleva a la empacadora a cerrar y luego a esterilizar», relata González.
La temporada de bonito limita la actividad a la duración de la costera. Al igual que otras conserveras, La Polar ha diversificado su producción, alternando las conservas de productos del mar «con la elaboración de platos preparados que se lleva a cabo en invierno».
¿Ya eres suscriptor/a? Inicia sesión
Publicidad
Publicidad
Te puede interesar
Publicidad
Publicidad
Esta funcionalidad es exclusiva para suscriptores.
Reporta un error en esta noticia
Comentar es una ventaja exclusiva para suscriptores
¿Ya eres suscriptor?
Inicia sesiónNecesitas ser suscriptor para poder votar.