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SUSANA D. TEJEDOR
GIJÓN.
Martes, 22 de febrero 2022, 17:30
Dos parejas que habían formado parte de otras charangas se acercaron en 2007 a ver el desfile de Antroxu de Gijón. «Miramos, disfrutamos y decidimos». La decisión fue crear una propia. Vanesa Agulla Echeverría y Laura Álvarez Novoa comenzaron a dar forma a su incipiente ... proyecto y al año siguiente ya estaban dispuestas a participar de lleno en el carnaval gijonés.
«Comenzamos a elaborar una lista de personas que podían integrase con nosotros», recuerda Vanesa. Ella, dicen ahora los miembros que es «la madre de todos» y lo lleva a gala porque «riño bastante para que se me haga caso; en realidad tengo 39 hijos y, claro, hay de todos, unos son protestones, otros no obedecen a la primera y otros son bastante dóciles». Pero todos, y eso lo corroboran unos cuantos al unísono, «tienen muchas ganas de cachondeo» y eso, desde luego, une mucho.
El primer año en que se organizaron como charanga lograron reunir a 18 personas. Poco a poco, «unos por otros, amigos de amigos fueron añadiéndose». Hoy son cuarenta miembros, «todos amigos y ya familia». Cuatro de los jóvenes han causado baja este año, pero no por la pandemia, sino «porque se han ido de Erasmus».
Desde el barrio de Roces preparan sus propuestas. En el antiguo cine ensayan desde los más jóvenes a los más veteranos. «Tenemos una minifolixina de dos meses, Mía, y una veterana, de 69 años, Mely. Además está en camino otra que enseguida se unirá a la fiesta y que, en vista de que su madre sigue aquí ensayando, la cría va a salir bailando». También están Leo, de 3 años, Valeria, de 5, y Pablo, de 8 años. La tradición familiar los ha llevado y parece que no tienen ganas de irse.
De la escenografía se encarga Luis Casares que dice, bromeando, que «llegué aquí por imposición legal», que no es otra que la incorporación previa de su mujer y su hija. «Yo iba a veces a hacer alguna cosina y ahora ya estoy totalmente integrado». Su papel principal es organizar todo lo relacionado con la puesta en escena y el atrezzo. «Me encanta, me divierte y me distrae».
Aquí el que no sabe, aprende. Tal es el caso de David Jiménez que asegura que «por culpa, o más bien, gracias a Mely, ahora estoy cosiendo, algo que en mi vida pensé que iba a hacer». De Mely dicen que «es la más marchosa y animada» y les enseña, a través de tutoriales, a hacer cosas que se necesitan para la charanga. «Nos abre las puertas de su casa para hacer manualidades».
Mely Collado llegó hace siete años. «Vine por una conocida. Esto me aporta alegría y folixa y mucha energía». Junto a ella, participa su marido, José. Ella se encarga de los disfraces. Y la coreografía es tarea de dos o tres miembros que se organizan y aceptan propuestas del resto; la de este año es «secreto», pero la pandemia estará «algo presente». Precisamente, el parón que provocó la covid fue aprovechado por la charanga para realizar muchas videollamadas, hacer concursos, impartir clases de zumba y disfrutar del vermú virtual. «El contacto entre nosotros ha sido permanente porque necesitamos estar unidos y este año vamos a disfrutarlo a tope, hay que vivirlo intensamente», sentencia Vanesa.
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