Los centros de formación piden más flexibilidad para favorecer la investigación

La confluencia de estos centros «no se da en ningún otro lugar de Europa» y favorece una «milla marítima del conocimiento». «Gijón ofrece todas las posibilidades de formación, algo que no es sencillo en las profesiones marítimas, reguladas, con gran peso de la Agencia Europea de Seguridad Marítima y con una virtualidad global», remarcó Indalecio Estrada, director del CIFP del Mar, para quien una de las prioridades es estar atento, en conexión con las empresas y las líneas europeas, «a lo que demanda el mercado y las nuevas profesiones que van a surgir». «Queremos ser capaces de responder a las necesidades de quienes quieren dedicarse a este ámbito o mantenerse en el empleo».

«Nos dedicamos a la formación de la gente de la mar y nuestra misión es mantener la innovación en la formación para evitar accidentes que puedan suponer un problema medioambiental e inculcarles la limpieza de los mares», aportó por su parte Julián Camus, del Centro Jovellanos. En el caso de la Escuela Superior de Marina Civil su director, Rubén González, destacó que «la formación que impartimos está muy regulada y eso nos obliga a mantenernos en la vanguardia de los nuevos retos como la sostenibilidad, el desarrollo tecnológico o la innovación».

Hicieron hincapié además en la importancia de apoyar la investigación, no solo con más recursos sino también reduciendo trabas burocráticas. «Como instituciones públicas, estamos sometidas a una regulación diseñada de forma general para toda la estructura del Estado, pero la ciencia necesita un régimen de financiación y de control diferente, porque si no no vamos a poder competir en Europa y en el mundo», señaló Rafael González-Quirós, director del Oceanográfico, quien puso como ejemplo las dificultades que se encontraron desde esta entidad para apoyar la creación de una 'spin-off' con carácter empresarial a partir de un proyecto científico auspiciado desde el centro. Coincidió con él Indalecio Estrada, quien también señaló cómo «a la hora de adecuar las normas del derecho administrativo a un entorno de emprendimiento hay que hacer juegos malabares» y confió en que el Ayuntamiento ayude a «engrasar» esas dinámicas.

Desde el ámbito universitario, Rubén González incidió en la necesidad de favorecer la creación de «un ecosistema propio» relacionado con la economía azul en el que la investigación trabaje mano a mano con la empresa y con el resto de la sociedad. «Tenemos que ser capaces de que la formación que damos esté acorde con los nuevos retos que se nos plantean y aplicar ese conocimiento a la sociedad, que revierta en ella a través de nuestros titulados», indicó. También dijo aspirar a que exista un mayor conocimiento de la actividad que desarrollan en el campus. «Siempre hemos visto que nuestras titulaciones son un poco desconocidas y que a pesar de que Asturias y Gijón están abiertos al mar, hay un gran desconocimiento de las profesiones vinculadas a nuestro entorno marítimo».

Julián Camus, del Centro Jovellanos, destacó cómo esta institución tiene impacto sobre la economía local al generar actividad y empleo en las pequeñas empresas encargadas de su funcionamiento del día a día e hizo hincapié en el objetivo de «educar a la sociedad en la cultura de unos mares más limpios y la necesidad de evitar la contaminación, que también es economía azul».

En esta línea, Rafael González-Quirós destacó que el centro que dirige, junto a otros organismos como la Universidad, «aporta el conocimiento para garantizar la sostenibilidad de la economía azul a largo plazo, con sectores muy relacionados con unos ecosistemas saludables como el turismo o la pesca» y también a través del estudio del impacto del cambio climático.