El centro de investigación del Acuario planea abordar la gastronomía con recursos marinos

La apuesta exige 20 millones, Rain Forest asume que pondrá una parte pero también que solo se materializará en su integridad si llegan fondos europeos para correr con el grueso de la factura. El incremento de la plantilla ronda el 50% y permitiría crear un espacio de talla internacional.

«Ahora mismo la gente que viene a Gijón visita el Acuario, pero no viene por el Acuario», explica Alejandro Beneit, director del Acuario de Gijón. «Lo que queremos es que esta sea una de las razones del viaje, que junto a uno de los mejores jardines botánicos de Europa generemos un motor para el turismo que ayude a desestacionalizarlo», agrega.

La empresa ganó la concesión en 2018, con un periodo de explotación de quince años prorrogables en otros cinco, y un acuerdo de inversiones en el que se incluía un pingüinario en la dársena que tiene anexa. «Nuestro compromiso es el mismo, convertir a este en un acuario de referencia y para ello estábamos planteando una ampliación basada en la experiencia que ahora tenemos de las instalaciones y de la ciudad», argumenta.

En esas llegó la pandemia mundial y lo que en un principio parecía una amenaza para las ambiciones inversoras se ha tornado en oportunidad. España busca proyectos a los que dedicar de aquí a 2023 los 72.000 millones con los que está dotado el Plan de Recuperación, Transformación y Resiliencia, un programa alimentando con dinero comunitario que exige que su destino coincida con las prioridades que ha marcado la Comisión Europea.

«Son una oportunidad para Gijón y Asturias», sostiene Beneit. Al calor de esa expectativa, la empresa ha ido añadiendo piezas a su plan de reforma, hasta convertirlo en un cambio de cara integral de esta zona de Poniente.

El anteproyecto tiene tres patas diferenciadas. La primera consiste en aprovechar la dársena anexa al Acuario para crear en ella un oceanario de cinco millones de litros, esto es, una gigantesca pecera. Ocuparía un 75% de la superficie y supone «un reto de ingeniería en cuanto a los filtros y el agua», aclara el director. Con esas dimensiones «estaría entre los cinco mayores de Europa», estima.

Su fin sería mostrar de una forma impactante para el visitante las especies del Atlántico. Actualmente el Acuario dispone de un oceanario de un millón de litros dedicado también al ecosistema marino atlántico. «Al multiplicar por cinco su espacio podríamos albergar más animales y de mayor tamaño», subraya.

En el edificio central nada sería igual. El actual oceanario, al quedar liberado de sus ocupantes de aguas frías, cambiaría de régimen para poder dar cobijo a especies marinas de clima tropical. La idea es cambiar también la apuesta didáctica. «Ahora el recorrido está planteando como una vuelta al mundo y lo reordenaríamos para agrupar las especies por corrientes marinas, lo que nos obligaría a cambiar todos los estanques», describe Alejandro Beneit. «Las corrientes explican el clima que tenemos a día de hoy; la del Cantábrico por ejemplo se debe a una corriente que viene del golfo asiático; creemos que ese es un hilo conductor muy válido para contar una historia cuando entras al Acuario», añade.

La reforma es interior y también de fachada y plaza. El Acuario se diseñó con un aspecto moderno, basado en paneles ventiladas y una conjunción de tonos de marrón madera y metálicos. Rain Forest cree que el atractivo está sin embargo en volver a los orígenes, en el Gijón de principios del siglo XX, de ahí que sus bocetos apunten más al ladrillo visto y aspecto de reminiscencias fabriles, aprovechando para ello la chimenea que sigue adornando la plaza.

'La Puerta del Paraíso' consta de otras dos fases más costosas y complejas, pues entrañarían la utilización de parcelas de la extinta Naval Gijón, cuya propiedad «creemos que es pública y privada, de la Autoridad Portuaria y de los astilleros Pymar», apunta. También afectaría por tanto a los usos que ahora le reserva el plan urbano.

En las naves cercanas al Acuario iría el centro de investigación. Colaboraría con la Universidad de Oviedo y otras instituciones, y una de sus líneas de trabajo parece clara ya. «Aprovecharíamos la experiencia de Lara Roguez, la jefa de cocina del restaurante Kraken, que empieza a ser muy conocida y trabaja con plancton, para seguir investigando en los usos gastronómicos de los recursos marítimos», indica.

En las mismas parcelas se idea un centro de recuperación de la fauna y también un lugar para mostrar especies no directamente marítimas. Está por definir pero cabría la opción de contar con pingüinos y nutrias. «Sería algo único en el mundo, porque se ven estas cosas por separado, pero no agrupadas en un mismo espacio que sería una puerta al Paraíso», describe el director.