Las casetas de la playa, agotadas en el primer día

A Manuel Díaz, encargado de las ubicadas en la escalera 14 desde 1985, no le quedan casetas de alquiler de temporada, solo de alquiler diario (15 euros). «Menos es nada, pero no se entiende la restricción. Son un símbolo de la playa que deberían de respetar y proteger», lamenta.

Díaz solo podrá instalar 47 de las 72 casetas que guardó durante dos años en un almacén. Ahora le sobran 25. «Es una pena, porque muchos veteranos se van a quedar sin poder instalarla», indicó. Y dicho y hecho. A la garita de Manuel se acercó Conchi Rodríguez para reservar su caseta, pero llegó tarde. «Veinte casetas más no hubieran molestado a nadie. No se entiende. En una playa como esta con muchas jornadas de viento son de gran ayuda para resguardarse», clamaba la vecina del barrio de La Arena, quien aseguraba que llevaba más de 50 años con caseta en la escalera 14. De igual modo le sucedió a Mónica Alonso: «Ya que vuelven, no les costaba nada ponerlas todas».

Juan Varas, encargado del alquiler de las casetas cuya recaudación se destina, parcialmente, a la Cocina Económica, está en una situación parecida. Con las casetas a medio instalar (prevé terminar el viernes), solo tiene disponibles para el alquiler de temporada seis de 68 casetas que pondrá en las escaleras 12 (43) y 7 (25). Estas últimas estarán, como es habitual, pegadas al Muro y se retirarán cada día. Varas, además, tiene servicio de alquiler de hamacas por dos euros al día. El precio del alquiler de la caseta para los tres meses de verano es de 500 euros. Es decir, cinco euros y cincuenta céntimos al día.

La previsión es que el tiempo no acompañe durante los primeros días de casetas. Así y todo ya engalanan la playa. «Son lo más guapo que hay, la playa esta preciosa con ellas. Eso sí, ahora solo falta que nos acompañe el verano para poder disfrutar de ellas», explicaba Bernardo Díaz desde la barandilla de la escalera 12.

Eva García es de Málaga y vive en Gijón desde hace tres meses, aunque ya había vivido en la villa. «Ya se me había olvidado verlas puestas en la arena. Son una preciosidad», subraya.