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Como punto de inicio del paseo del Muro y de acceso a la iglesia de San Pedro, el Campo Valdés es lugar de paso obligado para muchos gijoneses y visitantes, además de un mirador privilegiado de la bahía de San Lorenzo. Y después de ... más de tres décadas, los responsables municipales quieren darle un lavado de cara. Por ello, ya estudian incluir en los presupuestos de 2025 una partida inversora que permita acometer una importante remodelación de este espacio público.
La intención, de hecho, es que sea «una de las grandes obras» de ese ejercicio, si bien por el momento se trata de un proyecto «en pañales» para el que aún se deben concretar objetivos, alcance y, sobre todo presupuesto. La actuación, en cualquier caso, iría en paralelo a la ejecución de mejoras en el museo de las termas romanas, ubicado bajo la plaza central y cuya adecuación como tal arrancó de hecho después de que el Campo Valdés adoptara su actual diseño en 1993 (el museo abrió en 1995).
La actual imagen del Campo Valdés fue ideada por el arquitecto Salvador Gayarre –quien falleció antes de la conclusión de los trabajos– y ejecutada por 198 millones de pesetas (1,2 millones de euros) por la empresa Dragados y Construcciones. Fue una remodelación no exenta de polémica, que llevó incluso a la creación de una Plataforma de Defensa del Campo Valdés, impulsada entre otros por la asociación vecinal de Cimavilla, que durante casi un mes se manifestó a diario a pie de tajo. De hecho, el Ayuntamiento trató de iniciar las obras con sigilo y poca publicidad, conocedor de un rechazo ciudadano que incluía al propio párroco de San Pedro, Bonifacio Sánchez (Don Boni).
Uno de los principales elementos de discordia, junto a la tala de varios árboles, era la plataforma elevada central, necesaria para poder hacer visitables las termas romanas situadas bajo la plaza. Inicialmente, de hecho, alcanzaba los dos metros de altura, algo que muchos consideraban «una barbaridad» al considerar que suponía «levantar un muro delante de la iglesia». Al final, la plataforma se hizo con una altura de 1,5 metros, generando una extensa plaza recubierta de baldosas cuya dureza se compensa en la zona más próxima al paseo marítimo con áreas ajardinadas y espacios estanciales con bancos, parte de ellos dispuestos en forma de círculo para facilitar el encuentro y la conversación.
El pasado mandato, para mejorar la accesibilidad en un espacio donde para conectar las distintas zonas predominan las escaleras, se acometieron mejoras en el acceso desde la zona del Consistorio, eliminando los pequeños escalones que permitían ir subiendo poco a poco de nivel y sustituyéndolos por pasos lisos. Además, del lado del Colegio Santo Ángel se instaló una barandilla para ayudar a salvar una subida de tres escalones.
De cara a 2025, no obstante, la intención no es simplemente hacer pequeñas mejoras, sino acometer una remodelación profunda de este privilegiado espacio de la ciudad.
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