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SUSANA D. TEJEDOR
GIJÓN.
Viernes, 18 de febrero 2022, 01:18
Calzó miles de pies. De Gijón, de Asturias, de distintos puntos de España y de fuera de nuestras fronteras. Vio pasar a varias generaciones. Padres con hijos, y luego con nietos. Ahora, sesenta años después de su apertura, Calzados Chiqui cierra definitivamente sus puertas. « ... Es una decisión familiar», afirma su actual responsable, Raquel Sirgo Rodríguez, miembro de una estirpe emprendedora que montó el negocio en el centro de Gijón. «Me da mucha pena, pero así es», cuenta. Difícil imaginarse la plaza del Parchís sin este comercio que, como muchos clientes señalan, «es un referente en la historia de Gijón».
Fue el pasado miércoles de noche cuando se anunció la liquidación por cierre a través de las redes. 'Todo al 60%'. Rápidamente, se sucedieron los mensajes. De alabanzas, de agradecimiento y de pena «por la pérdida de mi zapatería de toda mi vida», decían muchos.
A todos estos mensajes, aún por leer, dice Raquel solo puede responder con un eterno agradecimiento. «Gracias por confiar en nosotros durante tanto tiempo. Es un mal trago, me hubiera gustado no tener que estar ahora aquí dando esta noticia». Ayer, desde antes de la apertura matutina del comercio, ya se encontraban apostados muchos de los clientes habituales, algunos de los que gastaron allí durante años en los pies de sus hijos. «Qué pena, se les va a echar mucho de menos y a sus empleadas, que es gente maravillosa», señalaba una habitual. Las colas se sucedieron durante toda la jornada. «Aún no he comido», decía Raquel a media tarde. Pero sin perder la sonrisa porque ella insiste en que «hay generaciones que vivieron solo con Chiqui y es muy emocionante sentir la confianza que han depositado en nosotros».
Raquel Sirgo se puso ante el mostrador de Chiqui en 2014. Antes estuvo junto a su padre, Francisco Javier Sirgo Díaz, fallecido en 2020, en la desaparecida 'Monsy' (Simón, al revés, haciendo alusión al patriarca de todo el negocio, el abuelo de Raquel), ubicada en Corrida y que cerró en 2005. Los Rodríguez Serrano regentaron otra zapatería, El Capricho, también en Corrida. José Ramón, José Manuel, José Luis, Mari Carmen y María Luisa formaron parte de una iniciativa familiar que creció y se mantuvo gracias «al trabajo, esfuerzo, empeño y la ilusión» que se fue transmitiendo de padres a hijos.
Y eso que no todo fueron bonanzas pues la crisis también les golpeó. «Vinieron momentos malos, pero nunca pensamos en cerrar. Mi tío sentía pasión por los zapatos». Aunque se llevaron a cabo cambios en la decoración, se mantuvo la esencia del local. Ahí siguen los columpios, ya modernizados, que hicieron las delicias de muchos pequeños. Se ha modificado también la forma de vender, «adaptándonos a los nuevos tiempos» pero perviven la calidad y cuidado en la elección de artículos. Y, sobre todo, el afán de lograr complacer al cliente. Los mensajes y las colas de ayer son la mejor respuesta.
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