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NATALIA VIVAR
GIJÓN.
Martes, 27 de abril 2021, 01:36
Tantos años de trabajo dedicados al barrio de La Calzada «tienen que ser recordados en una ciudad que le debe tanto». Rufino Ballesteros era un hombre preocupado por la transformación social, «por lo suyo y los suyos, comprometido con lo cercano, currante ... para la comunidad». Por todo ello en La Calzada no tienen dudas: la memoria de Rufino Ballesteros se merece perdurar. Y qué mejor manera de hacerlo que dar su nombre a un espacio público.
«Es el mínimo símbolo que merece por su gran trayectoria cultural y deportiva por el barrio de La Calzada: una calle, plaza o un lugar que reciba su nombre. Un espacio que reconozca la labor que durante tantos años desarrolló hasta el último segundo». Es el objetivo, explicó a EL COMERCIO Salvador Menéndez, vicepresidente de la asociación vecinal de La Calzada, que se marca ahora este colectivo para «dar un sincero homenaje» a Rufino Ballesteros, quien fuera el fundador de Iniciativas Deportivo Culturales, fallecido el domingo a los 80 años.
Ese día todo el barrio -y todos aquellos que le conocieron- lloraba su pérdida. Un ictus se llevó a una persona que era imparable y que ha dejado una sensación de orfandad en La Calzada, especialmente en aquellos ámbitos en los que su acción y sus ganas de hacer cosas hicieron que fuera aún mayor su implicación. «No encuentro palabras suficientes para describir la labor que desempeñó durante tantos años. Su figura perdurará en la historia del barrio en cada esquina y en cada calle», explicó Menéndez, quien quiere que ese sentimiento cobre aún más fuerza en forma de placa. Que el nombre de quien tanto hizo quede escrito para siempre en el barrio.
También les ronda la idea de organizar un homenaje para reconocer su trabajo. Ya se han puesto manos a la obra. Ayer mismo ya se sucedieron múltiples conversaciones desde la asociación vecinal con esa meta. Con el Ateneo de La Calzada y con la Federación de Asociaciones Vecinales (FAV), cuyo presidente, Manuel Cañete, respaldó la idea «desde el primer momento». Es más, ayudará en todo lo que pueda, «brindándoles algún espacio para poder promover ese homenaje». Poco más saben aún de cómo avanzarán en este proyecto, pero lo que sí es seguro que será en «coordinación» con los vecinos de La Calzada.
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NATALIA VIVAR / IVÁN VILLAR
No son los únicos que ya han empezado a ponerse en marcha. Izquierda Unida, coalición de la que Rufino Ballesteros era militante, también quieren contribuir a que su legado no se pierda. Se reunirán mañana para abordar cómo rendir tributo a una persona volcada por su barrio, y por su ciudad. Una de las ideas de IU es proponer a Rufino Ballesteros a la Medalla de Gijón; reactivando así un proyecto que tenían pensado desde el año pasado. Así lo explicaba Faustino Sabio, coordinador de la coalición de izquierdas. Porque, sin duda, expresó Sabio, «fue un hombre que estuvo totalmente volcado por la causa, veinte horas al día».
Y, entre todas las ideas que se fueron conociendo a lo largo de la jornada para rendir tributo a la memoria de Ballesteros, llamó la atención la que llegó desde el concejal de Deporte, José Ramón Tuero. El edil planteó la posibilidad de colocar un busto de Ballesteros junto al del añorado párroco José María Bardales, en las inmediaciones de la iglesia de Fátima. La «estrecha» relación y colaboración entre ambos fue lo que llevó a Tuero a sugerir esta propuesta.
Más colectivos se sumaban ayer a la idea de organizar un homenaje. Entre ellos, respaldó la propuesta vecinal la Federación de Coros de Asturias (Fecora). Su presidente, Marcelino 'Santi' Martínez, destacaba «su gran labor y coraje» por unir a multitud de voluntarios, comerciantes e instituciones en las Jornadas Deportivo Culturales de La Calzada y, también, en el Festival de Masas Corales 'José María Díaz Bardales'. «Queremos impulsar hacer algo, pero necesitamos esperar a que se den las mejores condiciones y se suavicen las restricciones sanitarias para acoger al mayor número de personas, pues Rufino se hizo eco más allá del barrio de La Calzada», incidió.
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Lo que está claro es que Gijón, y en especial La Calzada, recuerda estos días con infinito cariño a un hombre que creía en el poder del deporte y la cultura como motor de mejora, como agente transformador. Que se aplicaba a los proyectos con tanta pasión que él mismo se convirtió en «motor» de barrio al que llegó desde Mieres -había nacido en 1940 en un pueblo de Palencia, desde donde su familia se trasladó a Asturias cuando tenía apenas un año- allá por la década de los setenta para trabajar en Ensidesa.
Gijonés de adopción, se ganó el cariño y el respeto de quienes le conocieron. Y ese buen hacer que le caracterizó se plasma ahora en las varias iniciativas que empiezan a dar sus primeros pasos para lograr que se rinda tributo a quien, como indicó Sabio, «siempre estuvo comprometido con el deporte y con sus iguales, por los trabajadores».
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