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LUCÍA BARRIO
GIJÓN.
Lunes, 23 de agosto 2021, 00:10
«Llevo 43 años viviendo enfrente de la plaza y siempre hubo toros, ya iban mis abuelos y mis padres», relata Blanca Menéndez, vecina de Gijón y a la que la decisión por parte del Ayuntamiento de no renovar el contrato de explotación de la ... plaza de El Bibio le parece «digna de juzgado de guardia».
La abolición de los toros en la ciudad ha provocado una clara división de opiniones en la calle. Una división muy marcada, con opiniones acaloradas de una y otra parte. Por un lado, están aquellos que apoyan y aplauden la determinación de la alcaldesa Ana González e, incluso, sostienen que la suspensión de las corridas de toros «es una medida que debería haberse tomado antes». Un claro ejemplo de esto es el caso de Enrique Llaneza, quien considera que «deberían haberlos quitado hace veinte años». Este vecino de La Arena no comprende que «las mismas personas que se abanderan como defensoras de los derechos humanos luego apoyen actividades que suponen maltrato animal, como es el caso de los toros».
La opinión de Llaneza no dista mucho de la de Ana María Gómez que, aunque es consciente del beneficio económico que crea la actividad taurina en la ciudad, cree que la decisión tomada es totalmente acertada: «Para mí chapó, puedes decir que mueve dinero y que se necesita pero que no hagan daño a los animales».
A Manuel Fernández, que también celebra la abolición, ahora lo que realmente le preocupa es que cuando se produzca un cambio de gobierno la medida sea anulada, por ello recomienda al Ayuntamiento «que aproveche rápido el recinto».
En el lado contrario se posicionan aquellos que estiman que la resolución tomada por la primera edil es una «privación de libertad» y una «muestra clara de desconocimiento». Este es el pensamiento de José Antonio Millar que, como veterinario, explica que «quien defienda que el animal sufre es porque no tiene idea de cómo funciona la lidia». Asimismo, considera que el principal motivo por el que la alcaldesa ha tomado la decisión es «por puro desconocimiento de los reglamentos internos de la tauromaquia ya que uno de ellos es el que fija los nombres de los toros».
Muy parecida a la de Millar es la postura de José Parra, aficionado taurino desde joven y que, tras diecisiete años como jubilado, acudir a El Bibio a contemplar una corrida es una de sus distracciones preferidas. «Esto es una salvajada. Llevamos viniendo toda la vida y ahora porque unos toros se llamen de una manera nos dicen que los quitan», reprocha.
Además, este amante de la tauromaquia hace referencia a la cantidad de dinero que mueve esta actividad: «Es incompresible, el que quiera ir que vaya y el que no que no lo haga», indicó, tras recordar que eso fue lo que dijo la alcadesa apenas unos días antes de anunciar el fin de los toros en Gijón.
Tanto es así que Blanca Menéndez compara esta abolición con una forma de «adoctrinamiento»: «No podemos decir tú vas a comer carne y tú vas a comer pescado, que cada uno haga lo que quiera, quien quiera ir a los toros que vaya», defiende. Para ella lo más importante es respetarse unos a otros: «Tenemos que aceptar los gustos de los demás porque si empezamos a prohibir lo que no nos interesa acabamos con todo». En la misma línea se sitúa Carlota García quien considera que «vivir en una democracia exige que aceptemos lo que hace el resto».
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