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LAURA MAYORDOMO
GIJÓN.
Lunes, 21 de noviembre 2022, 15:59
Las calderas han entrado ya en funcionamiento. Las temperaturas de las semanas precedentes habían permitido a muchas comunidades de vecinos con servicios de calefacción central de Gijón retrasar un encendido que, en condiciones normales, se hubiera producido a mediados o finales de octubre. No son ... pocas las que han tratado de estirar al máximo los plazos, hasta que las han arrancado ya estos días. En cualquier caso, todas lo hacen tras acordar una serie de medidas de ahorro a la vista del incremento del precio de los combustibles, principalmente del gas, debido a la crisis energética derivada del corte de suministro gasista por la guerra de Rusia en Ucrania.
¿Las más significativas? Bajar varios grados el termostato y recortar las horas de encendido este otoño e invierno. Hasta seis horas menos se consigue, en algunos casos, adelantando la hora de apagado, retrasando la de encendido y prescindiendo de la calefacción a primera hora de la mañana. Y siendo conscientes de que «ya no se puede estar en casa en manga corta y que igual hay que ver la tele con una mantina por encima», las temperaturas máximas se han bajado en torno a unos tres o cuatro grados, hasta los 19 o 20.
«Es la única manera de afrontarlo», cuenta el presidente del Colegio de Administradores de Fincas del Principado, Anselmo Gómez, refiriéndose a estas propuestas de recortes que están trasladando a las comunidades de vecinos que administran. Su compañero José Manuel Balbuena calcula que con esas medidas se conseguirán unos ahorros aproximados del 30%.
¿Suficiente? «Evidentemente no». «Lo que estamos acordando es cubrir con derramas la diferencia. En el momento en que tengamos la factura, pasar la derrama correspondiente. Aunque para eso hay que disponer de un fondo de reserva previo en la comunidad, claro», anota el presidente del colegio profesional, que considera que esta solución es más ajustada que la de plantear una subida lineal de la cuota dada la incertidumbre sobre la evolución de los precios y la posibilidad cierta de que un incremento en el recibo mensual de la comunidad de «un 20 o un 35%, por decir algo, al final resulte insuficiente».
Ante la situación actual, «la gente está muy concienciada con la necesidad de ahorrar energía y ser más racionales en los consumos», subraya Laura Corugedo. Lleva cerca de una docena de comunidades con servicios centrales de calefacción en Gijón. En algunas, las facturas se llegaron a «multiplicar por tres e incluso por cuatro» en los momentos más críticos, que sitúa en el pasado mes de marzo y a finales de agosto.
Balbuena lo confirma y pone ejemplos concretos: «Hay comunidades que han pasado de pagar dos mil euros de gas a siete u ocho mil euros» y se han visto en aprietos porque «el precio de la energía se come todo lo que se le pone por delante. Es un problema gordo. Todos los presupuestos que teníamos para este año ha habido que tirarlos a la papelera», continúa.
La situación es complicada. Y el futuro, incierto. «Es cierto que el precio bajó ahora un poco porque el tiempo vino bueno, no había mucha demanda de gas y las reservas estaban llenas. Nos alivia relativamente, porque a principios de año, cuando se incremente la demanda, está previsto que vuelva a subir».
Así las cosas, y con la vista puesta en otras medidas, estas más a medio y largo plazo, los administradores de fincas coinciden también en la conveniencia de llevar a cabo mejoras en el aislamiento térmico de los edificios. «Es algo costoso, pero considero que es una buena inversión. Es recomendable no solo por el confort que se consigue en el interior de la vivienda sino porque con esa obra estás revalorizando el piso y a la hora de venderlo no sólo recuperas la inversión sino que obtienes una ganancia mayor porque eso le da un plus», pone de manifiesto Laura Corugedo.
Por otro lado, no son pocos los administradores de fincas que muestran sus reticencias a la hora de que las comunidades se pasen a la tarifa de último recurso, a la que se pueden acoger desde el 20 de octubre. Un motivo, las dificultades burocráticas y lo costoso de los requisitos que han de cumplir. Aparte, Anselmo Gómez añade que «ahora mismo el precio libre del gas está más bajo que el regulado» e indica que lo que se está recomendando a las comunidades es que «firmen contratos de los que se puedan dar de baja en cualquier momento para pasarse a compañías que tengan una oferta mejor».
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