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Cabueñes triplica la cifra de pacientes tratados con bótox para frenar la incontinencia

Cabueñes triplica la cifra de pacientes tratados con bótox para frenar la incontinencia

La terapia, que consiste en aplicar inyecciones en la vejiga, se simplificó al pasar de 40 a 3 punciones. Ahora se hace de forma ambulatoria

LAURA MAYORDOMO

GIJÓN.

Martes, 26 de julio 2022, 02:20

La frase que más escuchan de sus pacientes, una vez se han sometido a la técnica de inyecciones de bótox en la vejiga para tratar su problema de incontinencia urinaria es «me ha cambiado la vida». En el 90% de los casos, la intervención -que ahora se hace de forma ambulatoria- funciona. Cerca del 80% de los pacientes «quedan continentes. Es decir, tienen cero escapes», afirma Rodrigo Gil, urólogo del Hospital Universitario de Cabueñes. El centro hospitalario comenzó en 2014 a emplear esta técnica. Son ya más de 530 los pacientes a los que se les ha inyectado toxina botulínica y la demanda «es cada vez mayor».

Afortunadamente, en Cabueñes se está aplicando desde hace dos años un nuevo protocolo que ha permitido triplicar el número de procedimientos de este tipo que se podían llevar a cabo en un día. De tres o cuatro en una mañana se ha pasado a realizar hasta diez. Y eso porque en 2020, después de que se hubiera comprobado clínicamente que un menor número de pinchazos de bótox en unos puntos determinados de la vejiga eran suficientes para que la sustancia se distribuyera por igual por el músculo, paralizándolo, se optó por aplicar un nuevo protocolo que tuviera en cuenta este hecho. Así, se pasó de realizar entre veinte y cuarenta punciones a tres o cuatro.

El nuevo sistema es más sencillo, preciso y rápido. Como el anterior, sigue siendo ambulatorio pero se reduce tanto el tiempo de anestesia -de 30 a 5 minutos- como el tiempo que el paciente pasa en el hospital antes de poder irse a casa. Además, no es preciso recurrir a la Unidad de Cirugía sin ingreso (UCSI), la técnica se aplica en la sala de exploraciones especiales, y permite el uso de un citoscopio flexible. Otra ventaja es que se reduce casi un 80% el dolor en el paciente.

Así se explica que solo en los dos años que se lleva aplicando este nuevo protocolo, el servicio de Urología del Hospital Universitario de Cabueñes haya empleado esta técnica mínimamente invasiva con algo más de 200 pacientes. En los seis años anteriores la cifra total fue de 320, aunque conviene recordar que en sus inicios era preciso el uso de quirófano, lo que lo limitaba bastante.

Ahora, al necesitar dedicar menos tiempo con cada paciente se ha conseguido reducir la demora media de cinco meses a tres y el objetivo es reducirlo incluso más. También se ha conseguido un ahorro estimado de unos 100 euros por pinchazo que se deja de aplicar. Y el paciente ahorra «unos 400 euros» en fármacos y absorbentes.

«Limita la vida»

El perfil más frecuente es el de una mujer de mediana edad con vejiga hiperactiva, a la que este problema le supone realizar «micciones muy pequeñas pero muy constantes. Es una patología benigna pero que limita mucho la vida», anota Rodrigo Gil. Además de mujeres, entre los más del medio millar de pacientes atendidos en Cabueñes en los últimos ocho años también hay un 15% de hombres.

Las inyecciones de bótox son «muchísimo más eficaces» que los tratamientos farmacológicos contra la incontinencia urinaria, pero sus efectos no son permanentes. Hay que repetir su aplicación cada cierto tiempo.

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