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1930. Foto aérea del centro urbano de Gijón tomada desde un biplano con la calle cabrales densificada por la manzana del hospital de Caridad. Ya en pie la nueva Pescadería. Constantino Suárez - Muséu del Pueblu d'Asturies
Los secretos de las calles de Gijón

¿Cabrales o Cabranes? Una calle bautizada por error

La calle Cabrales debió haberse llamado Cabranes. Allí se instaló el ajardinado hospital de Caridad que luego dio lugar al bar Náutico

Rafael Suárez-Muñiz

Viernes, 8 de marzo 2024, 23:21

Qué larga y cuánta concentración de cosas interesantes nos esperan en esta calle, sobre todo en el tramo inicial. Es la mal llamada calle Cabrales una vía que tiene sus orígenes no mucho antes del siglo XV y que ha llegado a nuestros días con una marcada esencia comercial, tal y como nació, aunque muy venida a menos.

Un nombre por error

Apuesto a que solo una muestra testimonial de los lectores que tiene ante sí esta página conocerán el verdadero origen nominal de esta calle. El acuerdo municipal de bautizar así a esta calle se remonta a abril de 1847, en respuesta a la donación de Juan Nepomuceno Cabranes (con N) de la mitad de su fortuna, como indica el cronista Julio Somoza en su obra 'Cosiquines de la mio quintana' de 1884. El señor Cabranes firmó un testamento en 1836 donde donaba la mitad de su fortuna, el Hospital de Caridad que él mismo fundó y que anteriormente fue su casa, así como otros bienes inmuebles en su calle a esta misma entidad. Por error del vulgo se llamó oficialmente Cabrales a la calle pero Juan Nepomuceno nació y murió apellidándose Cabranes.

«Nació Cabranes, creció como Cabrales y murió Cabranes de nuevo»

Justo al inicio de la calle se construyó la casa consistorial, la nueva y definitiva, porque antes estaba enfrente de esta, dando a la calle Trinidad, y este nuevo Ayuntamiento se hizo tras enajenar y sacar a subasta pública el caserón donde residía José María Rato. El nuevo edificio lo proyectó el arquitecto provincial Andrés Coello, quien intervino en el Teatro Real de Madrid, pero lo reformaron Luis Céspedes y Lucas María Palacios, y, ¿sabían ustedes que tuvo dos pórticos asoportalados? Del mismo modo que por delante, se hizo un soportal dando a la calle Cabrales aunque más tarde terminó cegándose y ampliándose la planta baja del edificio. Muestra de ello puede verse cómo este arco es más alto y más ancho que los del lateral y cómo fue cerrado con un murete de piedra por abajo.

Donde Miguel García de la Cruz proyectó la nueva pescadería municipal —que tuvo un bar en la esquina meridional—, inaugurada en 1928, estuvo antes el mercado de la carne o del Adobo y antes aún estuvo la fuente que hoy sostiene la estatua de Pelayo en la plaza del Marqués. Este diario fue el medio que publicó un croquis de todo ese traslado. Si hablamos de una nueva pescadería es porque antes hubo otra anterior y dónde estaba: también en la calle Cabrales, enfrente, adosaba al paredón de San Pedro y en uno de sus extremos estuvo el cuartón, una de las primeras dependencias policiales para arrestos menores.

La fuente de Pelayo donde la Pescadería y la casa rectoral donde el Varsovia

Esta calle es la que vio nacer, sin salirnos de su primer tramo, edificios tan emblemáticos como el del Varsovia, popularmente conocido por la señera coctelería que alberga en su bajo y donde paraba el cantante Tino Casal, habitualmente, en la década de 1980. Otro secreto más, descubierto hace bien poco: esto era el barrio de San Lorenzo, por la capilla inmediata, y justo en el solar del Varsovia estaba la casa rectoral, eso sí: a saber de qué iglesia ¿San Lorenzo, La Consolación, San Pedro? Por eso la callejuela trasera se llama travesía de la Rectoría. Ese edificio era unifamiliar, era un palacete que el prestigioso arquitecto Manuel del Busto proyectó, en 1902, para Celestino García. El edificio del Varsovia compagina historia con modernidad: la recuperación de la cúpula en la reforma de Fernando Martín (2006) con la decoradora Mamén de Diego, los impresionantes techos o la azulejería cerámica de Zuloaga en las albanegas de la fachada. No se conocen más inmuebles con azulejos de Zuloaga en la fachada.

1870. Al no existir todavía el Mercado del Adobo (solar de la actual pescadería) se puede ver cómo la casa consistorial tenía soportal transitable hasta Cabrales. Marceliano de la Cuesta - Muséu del Pueblu d'Asturies
Imagen - 1870. Al no existir todavía el Mercado del Adobo (solar de la actual pescadería) se puede ver cómo la casa consistorial tenía soportal transitable hasta Cabrales.

Un triángulo con mucha historia constructiva y destructiva ha sido el del Náutico. Ahí hubo una manzana de casas, con el hospital de Caridad, un cuartel-academia de la Guardia Municipal y del Ejército, y una capilla hospitalaria, de la que creemos haber descubierto testimonio gráfico de la misma en los fondos de Laureano Vinck donados por Octavio al museo del Pueblo de Asturias, donde se custodia esa interesantísima foto de Constantino Suárez que permite ver el vergel con palmeras que había en el patio de esa manzana del hospital de Caridad. Se derribó en 1937 a demanda de la gestora revolucionaria para liberar la fachada marítima y años más tarde se construyó el icónico bar-terraza con su inolvidable faro, obra del arquitecto Pedro Cabello.

Avancemos hacia el sur y sumerjámonos en aquel paisaje donde algunas mujeres vendían pescado con cestas sobre su cabeza mientras unos pocos privilegiados accedían a los balnearios de Las Carolinas y La Favorita. A nuestra diestra iremos viendo una hilera de tenderetes entoldados vendiendo de todo: eran las llamadas tiendas del aire (el primer antecedente del Rastro) que llegaban hasta la calle Jovellanos y se conocen desde 1871. Un inciso: ¿quién no recuerda aquellos calamares fritos que daban de pincho en el Kroll o los camiones de oricios que se vendían a paladas por cinco duros, todavía, en 1982?

Edificio del Varsovia forrado de cerámica de Zuloaga con la cúpula restaurada, en el lugar que estuvo la casa rectoral.

En la misma acera que la inolvidable heladería de Los Valencianos —para los de mi generación: donde estuvo la tienda de El Niño—, la cual abrió geoestratégicamente enfrente del Salón Ideal, un primitivo cine que daba a la calle San Agustín y en donde, tras ser disuelta la Compañía de Jesús por el gobierno de la República: se empleó el salón de actos del cine como capilla y como colegio improvisado hasta que acabaron las obras de reconstrucción del devastado colegio de La Inmaculada. Con dos pesetas de paga: veías una película y tomabas un helado, de aquella. Allí, en el Salón Ideal, se instauró de manera pionera el concepto de «los miércoles aristocráticos», ya que solo iba la alta sociedad y había que ir vestido de etiqueta (con traje y sombrero).

En el tramo intermedio había suntuosos palacetes con jardines arbolados como el colegio Blancanieves, que hacía esquina a Casimiro Velasco. Hoy nos queda el último vestigio de una casa indiana: la casa de la palmera, donde el jardín ha sido comido por el cemento. Más adelante, tras la destrucción de 1936, el Doctor arquitecto Manuel García Rodríguez rediseñó la iglesia de San Lorenzo retirándole los chapiteles, convirtiéndola en la Notre Dame gijonesa y logrando que fuera la primera iglesia parroquial en reconstruirse tras la guerra, mucho antes que San Pedro y San José y no fue casualidad, amén de haber sido autofinanciada con la ayuda de Regiones Devastadas y de un micromecenazgo, el crowdfounding de la época, es decir, no debería decirse que su propietaria es exclusivamente la Iglesia católica.

Por su parte, el contiguo edificio de la Cámara de la Propiedad Urbana fue una comisaría de la Policía Armada, disponía de los servicios de la policía secreta arriba, los calabozos abajo y también allí se integraba una vivienda. Antes de cruzar la avenida de la Costa: nuestra mirada se pierde enfocando a lo lejos el monumento de los héroes del Simancas, diseñado por Luis Moya (arquitecto de la Universidad Laboral); justo antes, enfrente de la clínica de fisioterapia de Héctor Reyes, en el número 126-128, nos encontramos el último inmueble del casco urbano de Gijón, de tipo cuartel, con un patio utilizable en su interior, con farolas, con otros portalespor dentro y que seguramente haya podido tener parterres dentro. Muchos secretos esconde la larga calle Cabrales o ¿Cabranes?.

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