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EUGENIA GARCÍA
GIJÓN.
Jueves, 4 de abril 2019, 01:28
Un 'bulldog', un perro salchicha, una silla de más de 1.500 años; merluzas que podrían indicar que la pesquería de esta especie comenzó en Asturias antes que en ningún otro lugar de la Península y cientos de miles de invertebrados son algunos de los hallazgos encontrados en los apenas 150 metros cuadrados que ocupaba el depósito de agua. «Tabacalera siempre sigue sorprendiendo». Las palabras de Carmen Fernández Ochoa, directora científica de la excavación que hace una década descubrió el tesoro escondido bajo la antigua fábrica de tabacos de Cimavilla, son la perfecta conclusión de varias de las charlas desarrolladas ayer durante la sesión 'Arqueología del agua en Asturias y el noroeste de la península Ibérica' en el marco de l V Coloquio Internacional de Arqueología de Gijón.
El impresionante legado de la vida cotidiana que Roma dejó en la ciudad se conservó en ese reducido espacio gracias a que la arcilla húmeda acumulada entre las ruinas creó un ambiente anaeróbico -impermeable a los agentes biológicos exteriores- en las capas inferiores. Así, el lodo guardó prácticamente intacto un importantísimo pedazo de la historia de la antigua Gigia, que una vez restaurado se puede ver, parcialmente, expuesto en la Antigua Escuela de Comercio.
El yacimiento de Tabacalera es «trascendental», según expertos como la investigadora del CSIC Almudena Gómez, quien junto a Fernández Ochoa explicó algunas de las claves del pozo-depósito, construido con «rocas carbonatadas procedentes de yacimientos cercanos». «Aunque siempre hemos tenido problemas para datar la obra, porque mientras un pozo está en uso siempre está limpio, sus similitudes con la muralla del siglo IV y su construcción en línea con la misma hacen nos hicieron pensar que eran coetános», detalló. El análisis de la argamasa del pozo, «idéntica a la de la muralla pero diferente de la empleada en las termas», parece confirmar esa hipótesis. No obstante, sigue habiendo muchas incógnitas en torno a la construcción, que aún hoy se sigue llenando de agua.
Pero no solo de utensilios está hecho el tesoro de Tabacalera. El catedrático de Zoología de la Universidad Autónoma de Madrid Arturo Morales Muñiz detalló las riquezas biológicas que albergaba el yacimiento. En él se encontraron escamas y restos de aletas de pescados como el besugo, pero también vestigios de merluza, una especie que formó parte de las pesquerías medievales a partir del siglo X, por lo que «parece que su consumo en Asturias antecede a todo lo que vemos en el resto de la Península».
Hallaron además carcasas de 22 perros, entre ellos un esqueleto completo sin cráneo de un 'bulldog' y otro de un perro condroplásico como los actuales teckel, cuatro gatos e incluso restos óseos de burros y caballos. La presencia de ácaros y otros invertebrados, que se cuentan por miles, hacen de Tabacalera un yacimiento especiamente rico y «diferente a cualquier otro de la Península».
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