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Sacó el dinero de su pensión y cogió, como otras muchas veces, el autobús municipal, el de la línea 20, que cubre el trayecto entre Nuevo Roces y Somió. Pero, en esta ocasión, el viaje a punto estuvo de acabar con un gran disgusto para ... esta mujer de 85 años que inició 2024 con una gran suerte: la de toparse con el conductor Carlos Sáez Fernández. Fue él quien posibilitó que le fuese devuelto el bolso que se había olvidado en el autobús con 1.400 euros en su interior. «Hice lo que tenía que hacer, es mi trabajo», intenta quitarle hierro a su hazaña este conductor que lleva 17 años trabajando en la Empresa Municipal de Transporte Urbano S. A. (EMTUSA).
Ocurrió el martes de esta semana, sobre las tres y media de la tarde. «Después de cada trayecto solemos ir a darnos una vuelta por el autobús por si acaso alguien se olvidó algo y en este caso efectivamente, encontré en uno de los asientos un bolso de mujer. Lo primero que hice fue cogerlo y abrirlo para ver si había documentación dentro y así hacer el parte de incidencias oportuno», relata. La sorpresa llegó cuando vio que dentro, además de una cartera y un móvil pequeño, había un sobre con una gran cantidad de billetes: 1.400 euros.
Carlos Sáez hizo lo que marca el protocolo en estas circunstancias. «Llamé a la nave, a un inspector para que accediera al autobús y verificara la cartera y el dinero y así lo hizo», explica.Decidieron entonces entregar el bolso en la Policía Local para que los agentes intentaran localizar a la mujer. Ocurrió todo con gran celeridad y en muy poco tiempo, lograron contactar con la octogenaria, a la que dieron una gran alegría.
No es la primera vez que Carlos Sáez Fernández, con cientos de horas de trabajo en los autobuses gijoneses, encuentra objetos o carteras, pero nunca con una cantidad tan elevada. «Sinceramente, no le di mucha importancia a lo que ocurrió. Hice lo que tenía que hacer, he devuelto muchas carteras con dinero, algún reloj, móviles... Es nuestro trabajo y lo que queremos es que la gente que viaja, aparte de sentirse a gusto y que le sea útil poder andar en autobús, que vaya con la tranquilidad de que si se le olvida algo, saber que lo puede recuperar», argumenta, sorprendido por la repercusión que estaba teniendo ayer su gesto.
La suerte quiso en esta ocasión que la mujer fuera de las últimas en apearse del autobús de la línea 20 y que ningún otro viajero se apoderase del bolso en cuestión, lo que podría haber hecho cambiar el desenlace de la historia.
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