Una cría de tortuga, primera inquilina del centro de recuperación de animales del Acuario

«Al principio ni comía. Teníamos dudas de que pudiera seguir viviendo», anota Alejandro Beneit, director general de Bioparc Acuario de Gijón. Pero los cuidados que le han procurado en los dos últimos meses han favorecido su recuperación. Los trabajadores del Acuario «han conseguido que empiece a mover la aleta» –que al principio se pensó que habría que amputarle– y a comer por si sola. «Ya ha ganado 200 gramos que, teniendo en cuenta en el tamaño que tiene, es mucho. Y eso nos da toda la esperanza de que se vaya a recuperar en breve», confía González Sitges. 

Con todo, su liberación aún está lejana, apunta Beneit, a quien los veterinarios han explicado que el hecho de que la tortuga no tenga movilidad en la aleta no compromete su supervivencia una vez reintroducida en su medio. «Va a estar aquí varios meses», presume el director del Acuario, consciente de que «la recuperación suele ser muy lenta» y, además, «es muy chiquitilla, el caparazón todavía no está muy duro...».

En el Centro de Recuperación de Animales Marinos pasará los próximos meses, tranquila, aislada y con un menor contacto con las personas, lo que favorecerá que la fase de adaptación en la que se encuentra tenga más garantías de éxito, al igual que su liberación.