Cuando el barrio era suburbio

Una buena noticia que, sin embargo, no bastaba. «En los servicios del puerto exterior trabajan hoy muchos centenares de obreros, y que nuestros barcos -sobre todo, la flota pesquera- tienen dotaciones que representan también muchísimas familias, que lógicamente deben vivir cerca de El Musel». Pero no lo hacían en condiciones. Fallaba allí, decíamos, el alumbrado: «Hacen falta más luces. Con restricciones eléctricas o sin ellas, en dicha zona no pueden seguir como ahora están. El alumbrado público es hoy una necesidad. Se impone dotar debidamente en esto a todo Gijón».

A los suburbios, especialmente. «Ahí están los hombres que, por necesidad, para ir al trabajo cuando aún no amaneció o para volver de él a altas horas de la noche, después de jornadas extraordinarias o el turno nocturno en las fábricas, corren serio peligro andando entre las más impenetrables sombras; ahí están las mujeres, o muchachas, que para ir a las colas o volver del taller tienen que transitar por sitios en los que al peligro material se unen los de cualesquiera asechanzas de otro orden que pueden esconderse para ellas entre esas sombras». A oscuras estaba la carretera a El Musel, la avenida de Eduardo Castro y Ceares en prácticamente toda su extensión. ¿Hasta cuándo?