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IVÁN VILLAR
GIJÓN.
Martes, 15 de octubre 2019, 01:35
Tras los últimos episodios de malos olores y peces muertos en el Piles, que a finales de septiembre llevaron a decretar como medida preventiva un cierre parcial de la playa, la Concejalía de Medio Ambiente y Movilidad acaba de sacar a contratación la elaboración de un estudio del «estado hidrobiológico» del río en su tramo urbano que debe incluir una propuesta de «medidas de gestión» para poner fin a los problemas puestos de manifiesto las últimas semanas. Los trabajos tienen un coste estimado de 10.000 euros y para entregar la memoria final del estudio, con la mencionada propuesta de actuaciones, la empresa que resulte elegida tendrá un plazo máximo de 62 días desde que se le comunique la adjudicación del contrato.
«En el río se han venido detectando episodios que indican una alteración de sus condiciones físico-químicas y biológicas», recogen los pliegos en el apartado de antecedentes, donde se explica, además, cómo sobre sus aguas «tienen incidencia, además de los efectos causados por las posibles deficiencias de la red de saneamiento, diversos elementos que afectan a su régimen de caudales y otros que, en conjunto, pueden originar la descompensación del sistema fluvial». Por todo ello, el Ayuntamiento ve necesario «un diagnóstico que permita obtener una visión general completa del estado de la masa de agua y detectar los elementos y focos causantes de las alteraciones observadas». Esto requiere «un análisis y seguimiento de los parámetros físico-químicos y biológicos», no solo para definir su estado actual, sino también para «prever su evolución a corto y medio plazo y valorar los riesgos de los episodios negativos para la calidad del agua y el sistema biológico (flora y fauna) del río y su incidencia en la calidad de las aguas de la bahía». El diagnóstico debe servir, en definitiva, para «proponer posibles soluciones y medidas de gestión» que conduzcan «a equilibrar de nuevo el sistema».
El estudio abarcará el tramo del río que va desde el anillo navegable de Las Mestas, inclusive, hasta su desembocadura frente a la escalera 15 de la playa de San Lorenzo y para su desarrollo se prevén tres fases. La primera es un «diagnóstico preliminar de avance» que debe estar listo en cinco días desde el anuncio de la adjudicación para su presentación «pública y oficial ante el Ayuntamiento» y tiene que «identificar y describir las posibles causas de los eventos de aparición de espumas en el río y en su desembocadura, tomando como referencia los últimos episodios ocurridos durante el mes de septiembre».
La segunda fase se prolongará hasta un máximo de 40 días desde la fecha de adjudicación. Consistirá en una «monitorización diaria 'in situ' con la toma durante un mes de dos muestras diarias en dos puntos del río seleccionados «de forma que proporcionen información útil y adecuada al objetivo del estudio». Una se recogerá a primera hora de la mañana y otra, a última hora de la tarde «con el fin de confrontar los datos con la variación climática diaria: radiación solar, temperatura, precipitaciones, régimen de mareas, etcétera». De cada muestra se analizarán parámetros como temperatura, turbidez, coloración, conductividad, presencia de sólidos en suspensión, oxígeno disuelto, porcentaje de saturación de oxígeno, concentración de nitrógeno total, nitratos, concentración de fósforo, fosfatos y la relación entre carbono y nitrógeno. También se tomarán muestras de fitoplancton «que permitan identificar la presencia de posibles especies que puedan originar eventos tóxicos».
La tercera fase y última fase corresponde a la «caracterización ecológica» del río. Por un lado, se identificarán las especies de peces presentes en este tramo del Piles, recurriendo para ello a un método de pesca eléctrica que permita devolver los ejemplares a su hábitat una vez analizados. Los encargados de este estudio ictiológico deberán prestar «especial atención a la presencia de especies más sensibles» y, en caso de detectar la presencia de salmónidos, «realizarán una estimación de su abundancia y densidad». Por otro lado, se analizará la «calidad biológica» del río a través de un estudio de las comunidades bentónicas; esto es, los organismos que habitan el lecho fluvial, y un muestreo de macroinvertebrados bentónicos, que son los de un tamaño superior a tres milímetros y cuya presencia es utilizada habitualmente como método para determinar la calidad de las aguas. El informe detallado con los resultados y conclusiones de estos estudios sobre la fauna del río debe entregarse en un plazo máximo de doce días desde la fecha de inicio de la monitorización.
Si durante el plazo de ejecución de cualquiera de estos trabajos aparecieran espumas, «se tomarán muestras de las mismas y se analizarán sus características a fin de detectar posible toxicidad por la floración de organismos potencialmente tóxicos (cianobacterias)». Del mismo modo, si en este periodo se localizan peces, aves u otros animales «con signos de enfermedad o muertos» se hará un muestreo de los mismos y se realizarán «las necropsias y análisis toxicológicos que se consideren a fin de detectar la presencia de microcistinas u otros posibles tóxicos». Los resultados de estos análisis «se comunicarán a la mayor brevedad posible, con la elaboración del correspondiente informe parcial».
El informe definitivo, en dos meses, sumará a sus conclusiones sobre el estado del río y su fauna «propuestas de control y gestión futura».
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