Secciones
Servicios
Destacamos
GLORIA POMARADA
GIJÓN.
Lunes, 18 de septiembre 2017, 00:58
En mayo sonaban los primeros compases de un calendario festivo con cuarenta y seis verbenas por delante y el botellón, las ayudas municipales y el acecho de la SGAE como principales inquietudes de las comisiones de festejos y las asociaciones de vecinos. Casi cinco meses ... después, las fiestas de prau se despiden con temores confirmados en lo relativo al botellón y una realidad más compleja sobre la mesa. La seguridad y los casos de agresiones sexistas irrumpen como nuevo quebradero de cabeza y abren el debate en el seno de las entidades sobre la posibilidad de adoptar un modelo «de fiestas pequeñinas» para minimizar riesgos.
«Nos fue mal en todos los sentidos. Se fue de las manos», señala José Ramón Suárez, presidente de la sociedad de festejos de Castiello. Este año, la entidad había dado un paso adelante contra el botellón al alertar en sus programas y carteles de la prohibición de consumir bebidas externas en el prau de la fiesta. Ni la advertencia ni la amplia presencia de agentes de la Guardia Civil -«unos veinte o treinta»- desalentaron a los «chavales que llegaban cargados con garrafas». A los comas etílicos «a montón» atendidos en el propio prau, se sumó el caso de una denuncia por abuso sexual a una menor. «La gente pierde el control y esto hay que pararlo», sostiene.
Los responsables de las comisiones de Castiello y Cabueñes -donde este verano se registraron tres comas etílicos de gravedad y 25 denuncias por botellón- se reunieron en agosto con los concejales de Festejos, Jesús Martínez Salvador, y Seguridad Ciudadana, Esteban Aparicio, para abordar este asunto. Aquel encuentro sembró la determinación del Gobierno local de tomar «medidas pioneras». El próximo verano «en esas dos fiestas tomaremos medidas especiales para controlar el botellón», anuncia Martínez Salvador. Entre las medidas a adoptar, el edil señala la delimitación del perímetro de la romería «para impedir la entrada con bebida de fuera». Por el momento, el Ayuntamiento se centra «en esas dos» verbenas que se celebran entre junio y julio, si bien la problemática del botellón en fiestas populares «se abordará con más detenimiento próximamente, a principios de año», seguramente.
La posibilidad de cercar los recintos para controlar el acceso, como ya ocurre en conciertos, rondaba a las entidades de festejos más afectadas por el consumo de alcohol por parte de menores que acceden a las verbenas con sus propias bebidas. En esa línea habían actuado ya en Mareo para evitar el consumo incontrolado de alcohol. «El botellón lo hacen en el aparcamiento, como el recinto está casi cerrado conseguimos que no entraran», explica Juan González, presidente de la comisión de festejos. «Por lo menos no hay gente aglutinada y líos», se resigna. «Es muy complicado de solucionar, ¿qué hacemos, nos ponemos a la puerta y no dejamos entrar?», se pregunta la presidenta vecinal de Nuevo Roces, Lorena García, que asocia los incidentes registrados este verano en los festejos del barrio -comas etílicos, una pelea y actos vandálicos- a la práctica del botellón.
Una vez culminada la temporada de grandes fiestas, en las entidades toca hacer balance y los incidentes registrados inclinan la balanza hacia nuevos modelos festivos. «Pensamos alguna vez en una fiesta más pequeñina, para nosotros, pero tenemos un modelo al que la gente ya está acostumbrada. ¿Cómo lo reduces? Vendrían igual», apuntan en Mareo. «Estamos decidiendo si seguimos o no adelante, con una fiesta más pequeña», confiesan en Castiello.
Somió fue pionera en pasar hace ocho años de unas fiestas en un prau de cien mil metros cuadrados a una pequeña verbena frente a la iglesia. «El botellón y las cosas desagradables pasan por fiestas tan grandes. El que la barraca la lleve la propia comisión es importante», señala la presidenta de la asociación de vecinos de la parroquia. Soledad Lafuente, también presidenta de la federación de la zona rural Les Caseríes, se muestra partidaria de abrir ya el debate sobre el modelo de festejos populares «porque a principios de año se empiezan a hacer las gestiones, hay que ver si se puede dar un giro».
«El modelo que funciona y que da garantías de precios populares y mejor ambiente es el gestionado por los vecinos», destaca Adrián Arias, presidente de la Federación de Vecinos de la zona urbana (FAV) y miembro de la comisión de festejos de La Camocha, donde «el botellón no llega por ser una fiesta muy de barrio». «Animo al concejal de Festejos a realizar un debate serio sobre el modelo de ocio y festejos populares», invita Arias.
¿Ya eres suscriptor/a? Inicia sesión
Publicidad
Publicidad
Te puede interesar
Publicidad
Publicidad
Esta funcionalidad es exclusiva para suscriptores.
Reporta un error en esta noticia
Comentar es una ventaja exclusiva para suscriptores
¿Ya eres suscriptor?
Inicia sesiónNecesitas ser suscriptor para poder votar.