Sandy era una rubia prostituta australiana que ofrecía sus servicios en una tarjeta de visita en las cabinas telefónicas londinenses. Una de esas tarjetas llegó a manos de unos jóvenes amigos gijoneses que tenían un grupo de música aún sin nombre y que debían participar ... en un concurso al día siguiente, en Oviedo. Y ahí surgió la idea. 'Sandy. Australian blonde' dio nombre a uno de los grupos musicales más destacados de Gijón y al que se le acaba de conceder la Medalla de Plata de la ciudad. Roberto Nicieza (batería), Tito Valdés (Bajo) y Fran Fernández (guitarra y cantante), todos nacidos en Gijón, en 1971, lideraron con Australian Blonde el Xixón Sound de los noventa.
-¿Cómo recibieron la noticia de la concesión de la Medalla de Plata de Gijón?
-(Roberto Nicieza). Fue una sorpresa muy agradable.
-(Tito Valdés). Que la ciudad donde naciste, donde empezaste y donde vivimos nos dé semejante premio es una alegría, un honor y un privilegio.
-Y eso que ya no están en activo...
-(R. N). El grupo está activo, aunque nosotros lo dejamos. Que haya un reconocimiento así nos hace ser conscientes del esfuerzo que hicimos y, si genera buenos recuerdos a alguien más que a nosotros mismos, que se considera algo importante, entonces no fue en balde. También es bonito revivirlo, porque es la historia de una amistad de muchos años, desde el colegio.
-(T. V.). No te das cuenta hasta ahora de la trascendencia que tenían las canciones que escribíamos y que podían llegar a la gente. 'Chup Chup' son palabras mayores, pero esa trascendencia, por estar dentro, a nosotros se nos escapa.
-¿Australian Blonde comenzó en el colegio?
-(R. N.). Los tres íbamos a los Jesuitas. Éramos compañeros de clase.
-(T. V.). Llegamos a ensayar en el gimnasio del colegio antes de pasar al garaje de mis padres. El primer concierto que hicimos fue en una fiesta de carnaval del colegio para la promoción en el año 1989. ¡No te quieras imaginar lo que tocábamos! Fue algo de manera tan...
-(R. N.). Fue como los que se juntan el domingo a jugar al fútbol y de repente se ven en el Camp Nou o el Bernabéu.
-¿Por qué?
-(T. V.). Fran tocaba la guitarra y a mí, mi hermano me había enseñado cuatro acordes. Fran propuso hacer un grupo y Roberto en alguna fiesta había cogido algo...
-(R. N.). Yo llevaba el ritmo de las canciones con botellas.
-(T. V.). Fran dijo que perfecto, porque parece que a Roberto se le da bien (risas).
-¿Todo fue improvisado?
-(T. V.). Sí, improvisado y para divertirnos. ¡Y cómo lo pasábamos!
-(R. N.). Era algo para hacer a los 19 años los sábados por la mañana, antes que cualquier cosa. Un hobby de adolescentes.
-¿Cuándo se tornó en algo más serio?
-(R. N.). Se lo debemos a que empezamos a ir a clases con Carlos Redondo, de Los Locos, y comenzamos a tener unas posibilidades que no teníamos cuando estábamos por nuestra cuenta, jugando.
-(T. V.). Carlos y Paco, también de Los Locos, nos abrieron un mundo que no conocíamos. Ya tenían equipos para grabar y podíamos hacer maquetas de altísima calidad. Ellos fueron importantísimos, unido a que Fran tiene un talento innato para las melodías, para hacer canciones pegadizas, y Roberto, que es un trabajador incansable.
-(R. N.). Carlos fue quien organizó nuestra afición, la sistematizó. Además, nos hacía conocer a otros grupos que estaban en nuestra misma situación y generaba como un tejido de gente que tenía una inquietud común. Al final, en un año pasamos del garaje de los padres de Tito a ser un grupo semi profesional que actuaba todas las semanas porque había alguien que te alimentaba esa afición y te ayudaba a sentir.
-(T. V.). Ahí fue cuando decidimos tomar el grupo un poco más en serio.
-¿Y fue el despegue de Australian Blonde?
-(T. V.). Fuimos a Madrid, a las grandes multinacionales, y no nos hicieron caso, pero dijimos que íbamos a tocar lo que nos gusta y justo entonces empieza el momento efervescente de la música independiente americana e inglesa y nos gustó mucho. Eso nos decidió a cambiar, cantar en inglés, que es más fácil y mucho más directo, metiendo guitarras y pasándolo bien.
-Y llegó 'Chup Chup', el gran éxito...
-(T. V). En realidad, llegó el 'boom' de la música alternativa.
-(R. N.). 1992 era como un no parar de acontecimientos alrededor de Australian Blonde, sin tener disco ni nada. En Barcelona quedamos finalistas en un concurso y sacamos el primer disco.
-(T. V.). Este movimiento empieza a surgir en todas las ciudades y allí donde íbamos se llenaba. No dábamos crédito.
-Pero al mismo tiempo, seguían estudiando en la universidad, ¿no?
-(R. N.). Sí, y negociando exámenes con los profesores porque teníamos una gira...
-(T. V.). Al salir el disco la cosa se volvió más seria y quizá quisimos abarcar más. Apareció la película 'Historias de Kronen' y un año después el anuncio de Pepsi.
-(R. N.). Pasamos del circuito 'underground' a sonar en los 40 Principales.
-(T. V.). Hubo un cúmulo de cosas confusas para toda nuestra base de seguidores. Nos habíamos convertido en radio fórmula, pero tampoco era culpa nuestra y mucha más gente nos pudo conocer.
-¿Sus seguidores pensaron que les habían traicionado?
-(T. V.). Mucha gente se sintió así, pero no logré entenderlo.
-(R. N.). No fue así.
-¿Fue una evolución natural?
-(T. V.). Intentábamos hacer lo que considerábamos bueno para nuestra música. Éramos los mismos y las canciones eran las mismas. Llenábamos sitios en toda España menos aquí.
-¿Y después?
-(T. V.). En 2003 me voy a vivir a Nueva York y dejé el grupo.
-(R. N.). Yo me había ido en 1995, pero regresé como productor en 2000. Fran no disolvió el grupo, pero no está al mismo ritmo que antes porque tiene otros proyectos.
-¿Y actualmente?
-(R. N.). Sigo como productor discográfico y manager. Estoy del otro lado del negocio con Ilegales y artistas de música urbana
-(T. V.). Yo soy profesor de inglés y tengo un proyecto, que se llama 'Low-Hi's', con un chico de Bilbao.
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