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Uno de los pequeños cuelga en el papel el pictograma de la actividad que le toca hacer. FOTOGRAFÍAS: CAROLINA SANTOS
Aulas abiertas al autismo

Aulas abiertas al autismo

46 niños con problemas de comunicación se benefician de un programa experimentalUna docena de colegios públicos, cinco de ellos en Gijón, cuentan con esta iniciativa que permite escolarizar a niños con dificultades

O. ESTEBAN

GIJÓN.

Martes, 8 de enero 2019, 03:07

Ruth tiene tres años y ya ha sido diagnosticada de un trastorno de espectro autista (TEA). Su escolarización podría haber presentado dificultades. Pero no ha sido así. Y no lo ha sido gracias al Aula Abierta que hay en la Escuela de Educación Infantil Gloria Fuertes, de Gijón, una de las doce de estas características que funcionan este curso en toda la red asturiana de centros educativos públicos de Infantil y Primaria. Por eso, Ruth comenzó el curso en septiembre con normalidad y comparte aula con Leyre, Darío, Jeffrey y Alfonso. Aunque éste último, Alfonso, ya casi no pasa tiempo con ellos porque, en su segundo año en el centro, ha conseguido el objetivo que se persigue: incorporarse a su aula de referencia, con el resto de niños y niñas de su edad, aunque con un apoyo educativo.

Si todo va bien, Ruth, Leyre y los demás seguirán sus pasos cuando estén preparados. Porque la inclusión de los niños y niñas con autismo es el objetivo principal de esta experiencia, que arrancó en Asturias en el curso 2016-2017, dentro del proyecto CREEME (Centros de Recursos de Educación Especial y Medidas de Equidad). La idea es apoyar «los procesos de inclusión de alumnado que presenta dificultades específicas que limitan su participación y socialización en contextos de aprendizaje ordinario si no se le proporciona una ayuda singular». Antes, el Principado optaba por la escolarización combinada de estos niños, que acudían unos días a la semana a un centro de educación especial y, el resto, a uno ordinario. Eso ha cambiado y ahora se opta por las Aulas Abiertas.

Cada una de las doce que hay en Asturias tiene un máximo de cinco alumnos, que «para desenvolverse en el contexto escolar requieren una ayuda constante e individualizada». Al frente del aula del Gloria Fuertes está está Alma González, su profesora. De su mandilón cuelgan pictogramas que enseñan a los niños qué actividad toca hacer. Los apoyos visuales (pictogramas, fotos, dibujos...) son básicos en niños con problemas de comunicación. Ahora toca el tentempié. Se lo enseña en la imagen. «Galletas», dice Darío. Eso es, galletas. Si alguien ajeno entra en la clase se cuelga el pictograma de 'visita'. La idea es que, de a poco, puedan compartir al menos ese momento, el del tentempié, con sus compañeros del aula ordinaria. Ruth ya lo puede hacer.

«La mejoría es brutal»

Alma lo explica de forma muy clara: «Tiene que ser un aula abierta de verdad, en continuo contacto con el resto del centro» y también con las familias. Y, para eso, es necesario tender puentes. Cuando salen del aula abierta a la ordinaria, por ejemplo, van acompañados, porque «les afecta el cambio de contexto y necesitan tener una figura de referencia». Y el tipo de material con el que trabajan con Alma debe estar también en el otro aula. Un material y una programación que ella debe preparar a conciencia. Debe haber rutinas, pero también cambios. «No hacemos todos los días lo mismo, porque si no apoyamos la inflexibilidad» que suelen manifestar los niños y niñas con autismo. «Tienen patrones repetitivos de intereses». También es importante anticipar siempre la actividad que toca y marcar de forma clara cuál es el inicio y el final de la tarea. No entienden, por ejemplo, que un puzle se pueda guardar desmontado. Si está deshecho no está finalizado, hay que volver a hacerlo.

«La mejoría con el Aula Abierta es brutal». Quien mejor puede valorar los resultados es la familia y lo tienen muy claro. Miriam Martínez y Cristina Tomescu, madres de Leyre y Ruth, están más que satisfechas. A una le han controlado las rabietas y ha aprendido a enfrentarse de forma más calmada a nuevos estímulos. La otra ha pasado de no decir apenas una palabra a decir bastantes en poco más de un mes. «Se nota que hay una atención personalizada cinco horas al día».

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