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ELENA RODRÍGUEZ
GIJÓN.
Miércoles, 10 de enero 2018, 00:40
El fotógrafo asturiano Juanjo Arrojo (Turón, 1950) impartirá hoy, a las 19.30 horas, una charla titulada 'Hórreos, cabazos y paneras' en la Biblioteca Pública Jovellanos, que irá acompañada de una proyección sobre estas tradicionales construcciones asturianas. Será la primera actividad conjunta que realicen a ... partir de ahora el Ateneo Obrero de Gijón y el Ateneo Jovellanos, con raíces históricas muy distintas. No hay idea de suscribir un convenio. Tampoco existe un plan establecido. La intención, explican, es colaborar como ya lo hace cada una con otras entidades de la ciudad. Hay que remontarse a los años ochenta y a los noventa -en concreto, al encuentro de ateneos de España- para encontrar una colaboración entre ambos, que mantienen su autonomía.
«Isabel y yo coincidimos con Juanjo Arrojo y puso a nuestra disposición el trabajo que va a presentar mañana» (por hoy), explica Luis Pascual, el presidente del Ateneo Obrero. «Y, en vez de exponerlo cada uno en su sede, como ya llegó a ocurrir, pensamos en que no tenía mucho sentido y optamos por mostrarlo conjuntamente», añade Isabel Moro, su homóloga en el Jovellanos. «Si todo va bien», a partir de marzo compartirán espacio en la renovada Escuela de Comercio, de la calle de Tomás y Valiente. Allí trasladarán su sede. El Jovellanos volverá al lugar donde siempre tuvo la suya. Con el inicio de las obras, se mudó a la parte trasera del Palacio Revillagigedo, a unas instalaciones cedidas temporalmente en el edificio de Liberbank.
Y el Ateneo Obrero -que a lo largo de la historia ha tenido cuatro sedes distintas- lo hará desde la calle de Covadonga. Junto a ellos, en el mismo piso, estarán la Sociedad Cultural Gijonesa y la Sociedad Cultural Gesto. Esperan que esta cercanía física entre ambos ateneos fructifique en nuevos puntos de encuentro.
De hecho, una idea que ya barajan es realizar una exposición sobre lo que es un ateneo y cómo ambos han ido evolucionando a lo largo de la historia. «Nacieron en el siglo XIX, en Francia, donde se reunía la élite cultural», apunta Moro. «Después, bajo ese paraguas, surgieron diferentes ateneos: científicos, literarios, populares... Cada uno se decantó por un perfil distinto», añade Pascual.
Con cauces democráticos
En Gijón, en 1881, veía la luz el Ateneo Obrero, el primero de la ciudad, republicano y de ideas progresistas, cuya mayor expansión tuvo lugar a principios del siglo pasado, con una biblioteca que llegó a tener 15.000 volúmenes. Sin embargo, en 1937, con la Guerra Civil, fue clausurado por sus ideas y su sede, en la calle de Ezcurdia, expropiada. No volvió a abrir sus puertas hasta la llegada de la democracia, cuando renació con los mismos principios fundacionales.
En esos primeros años de vacío que dejó el Ateneo Obrero -«en el que en Gijón no había ni ateneo, ni universidad, ni nada», rememora Moro-, Torcuato Fernández-Miranda impulsó el Ateneo Jovellanos, que surgió en 1953, durante la Dictadura. «Con el tiempo, fue evolucionando hasta hacerse cada vez más progresista y lo que buscamos por encima de todo es que prime la democracia y que tengan cabida todas las ideologías dentro de ese cauce democrático y del respeto a los demás». De hecho, la primera mujer en presidir la entidad en sus 65 años de historia procura que «el ateneo no tenga ninguna marca política». Luis Pascual también apunta que el Obrero «no está ligado a ningún partido político». De hecho, asegura que el perfil de los socios es muy amplio. Hasta tienen algunos socios en común. Otra de las cosas que les unen es que cada uno ha suscrito un convenio para colaborar con la SIBI (Sociedad Internacional de Bioética). El Jovellanos firmará otro en breve con la Fundación Cousteau.
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