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La Basílica del Sagrado Corazón de Gijón, conocida popularmente como 'la Iglesiona', celebró este lunes el primero de los actos programados para conmemorar el centenario del templo, inaugurado en 1924. La cita congregó a tantas personas como caben en su interior para asistir a ... una misa que estuvo presidida por el arzobispo de Oviedo, Jesús Sanz Montes, y el rector de la Basílica, Manuel Robles. Un acontecimiento singular que coincidió, además, con la inauguración del Año Jubilar de la Iglesiona.
Durante la ceremonia, el rector de la Basílica hizo especial hincapié en el «universo de fe» que han sabido tejer los jesuitas para «unir radicalmente la modernidad con la contemplación, como bien proclamó el Concilio Vaticano II». Una fe que «sigue siendo el lugar de su encuentro con la misericordia de Jesucristo», proclamó Robles, que aprovechó para recordar el fin último de este Año Jubilar: «que nuestra fe nos vuelva más abiertos y audaces».
La misma línea que siguió el arzobispo de Oviedo, aunque este último aprovechó, al final de su discurso, para denunciar la ley de amnistía aprobada este jueves en el Congreso de los Diputados. «Me duele España», afirmó. «Me duele España porque esta mañana en el Parlamento español se ha aprobado una amnistía enormemente nociva para el orden que nos hemos dado, para un Estado de derecho, queden conculcadas las diferentes realidades que equilibran una razonable gobernanza», continuó el arzobispo.
Quiso entonces reivindicar que «pertenecemos a un pueblo que tiene 500 años de convivencia con sus altibajos, sus contradicciones y sus revueltas. Un pueblo que es rico en regiones, paisajes, cultura y lenguas, y que ha sabido convivir en unidad sin ninguna extraña partición mal avenida», manifestó, segundos antes de hacer una petición al todopoderoso.
«Porque me duele España y porque me preocupa mi patria, quiero pedir por ella. Esta tierra de santos, de María, que ha sabido escribir una historia a la que yo también pertenezco. Pido la luz para los que tienen en su mano la gobernanza desde la política para que no hagan daño, para que no priven y potencien por intereses suyos privados, que pueden ser tan extraños como bastardos, en maleficio de la entera comunidad. Por España, roguemos al señor», concluyó Sanz Montes.
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