

Secciones
Servicios
Destacamos
«Y tú, ¿sabes lo que pone ahí?» «Claro, es mi trabajo». El archivero municipal de Gijón, Eduardo Núñez, sujeta con mimo el restaurado primer libro de actas municipal que se conserva en el depósito de fondos históricos de la Torre del Reloj, ese que en su primera hoja ya menciona la existencia del archivo. Lo hace cuando «se compele al escribano a traer los libros de cuentas del Ayuntamiento para depositarlos en el archivo». ¿Y qué asuntos recogían los libros de actas del siglo XVI? «Lo mismo que hoy, acuerdos municipales, cantidades, presupuestos, impuestos...». Aunque hoy todas esas actas son ya electrónicas.
En papel se conservan miles y miles de documentos, convenientemente custodiados en unas 28.000 cajas. Y ese primer libro de actas no es el escrito municipal más antiguo de los que se guardan en el archivo. Ese honor lo tiene una escritura notarial de 1507.
De más atrás no hay nada, hace ver el archivero municipal refiriéndose al cuarto de siglo transcurrido desde que Alfonso X el Sabio otorgó a Gijón la calidad de Puebla, en 1270, hasta la fecha de ese acta notarial que es hoy uno de los documentos de mayor valor del fondo histórico del archivo municipal.
En la Torre del Reloj, en Cimavilla -una de las cuatro sedes por las que se reparte el archivo-, se guardan otras 'joyas' en papel. Como el catalogado como 'número 1' de los ejemplares raros. Un libro impreso en 1560. Se trata del 'Factorum et dictorum memorabili libri', del que es autor Publio Valerio Maximo, y del que solo existen tres ejemplares en España, cuatro en todo el mundo, como acreditó en su momento la Biblioteca Nacional. El libro, un pequeño y grueso ejemplar de apenas quince centímetros de largo, con una anotaciones a plumilla en los márgenes con una caligrafía tan pulcra como diminuta, formaba parte de la biblioteca de Jovellanos y pasó al archivo -en aquel entonces a unos locales de la calle Rectoría- cuando la casa natal del prócer fue sometida a obras para convertirla en museo.
La biblioteca del archivo municipal a la que Eduardo Núñez comenzó a dar forma desde su nombramiento como archivero en 1989 suma hoy cerca de 23.000 libros. «Una barbaridad, porque se trata de un fondo local», recuerda. Es decir, se ciñe a títulos sobre Gijón o relacionados de alguna forma con la ciudad. Y a esa cifra hay que añadir los 17.000 folletos, 5.000 carteles y 700 dosieres «pendientes de catalogación», añade.
Noticia Relacionada
Bucear en los más de medio millón de documentos del archivo, en sus fondos bibliográficos, en sus archivos fotográficos, en sus colecciones -de lo más diversas, desde sellos y cuños administrativos, de los que se guardan más de 400, hasta matrices de imprenta, pasando por una colección numimástica que se acerca a los 3.000 ejemplares- es sumergirse de lleno en la historia de Gijón. En la que da cuenta, a través de los carteles informativos del propio ayuntamiento, de las carreras de velocípedos que se organizaban a finales del siglo XIX; o de los consejos sobre salud que se intentaban transmitir con los carteles que colgaban de las paredes de la Gota de Leche o el antiguo Hogar Maternal.
Y como el archivo municipal es mucho más que el lugar donde se conservan actas de comisiones y plenos, también se guardan en él archivos de particulares -el del padre Patac es uno de ellos o, más recientemente, el del fallecido Francisco Prendes Quirós-, de empresas, instituciones y colectivos. Es el caso de los archivos del Gremio del Mar, de la Junta de Conservación del Puerto, de Astilleros del Cantábrico, de Almacenes La Sirena, del Cine Rivero, de la Mancomunidad Turística de las Siete Villas, de la Universidad de Cimadevilla o de la Escuela Universitaria de Trabajo Social.
También se custodia la documentación de todos los planes generales y los planos de población de Gijón desde 1928 hasta la actualidad. Y el conocido como 'plano de Sanz', de 1850, el más antiguo que se conserva.
Hace unos años, Núñez hizo el cálculo. Todo ese patrimonio se guarda en unas estanterías que, colocadas linealmente, sobrepasarían los ocho kilómetros de largo. Y para hacerse una idea de cómo están repartidos esos fondos, en la Torre del Reloj -que alberga el archivo desde el año 1995- solo se encuentra una quinta parte de todo ese entramado de armarios compactos y estanterías. Ya no hay capacidad para más. «Esto se quedó pequeño». En realidad, asegura el jefe del servicio de Archivo y Documentación del Ayuntamiento, «se quedó pequeño el mismo día de su inauguración».
Publicidad
Samantha Acosta | Gijón, Sara Pérez | Gijón, Aida G. Fresno y Mónica Yugueros
Jon Garay e Isabel Toledo
J. Arrieta | J. Benítez | G. de las Heras | J. Fernández, Josemi Benítez, Gonzalo de las Heras y Julia Fernández
Esta funcionalidad es exclusiva para suscriptores.
Reporta un error en esta noticia
Comentar es una ventaja exclusiva para suscriptores
¿Ya eres suscriptor?
Inicia sesiónNecesitas ser suscriptor para poder votar.