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EUGENIA GARCÍA
GIJÓN.
Sábado, 9 de diciembre 2017, 01:40
El inmueble que albergó durante años el estanco del Infanzón, en ruinas desde hace tiempo, es un edificio catalogado como vivienda tradicional asturiana y, por tanto, su fachada -que desprende cascotes sobre la parada de autobús del camping de Deva- no se puede demoler. Su actual propietario, que compró el edificio hace tres meses, se encuentra a la espera de un permiso del Ministerio de Fomento (que solicitó el 11 de octubre de 2017) para iniciar las obras de rehabilitación del edificio.
El nuevo titular ha explicado a EL COMERCIO que, una vez reciba dicho permiso, espera comenzar los trabajos de restauración el próximo mes de enero. Según destaca, él es «el primer interesado en resolver» el estado en que se encuentra el edificio, que «ofrece mala imagen de la ciudad» tanto a los usuarios del camping de Deva como a los peregrinos del Camino de Santiago que pasan por delante.
Su intención es limpiar íntegramente la construcción, sustituir las cubiertas y reproducir fielmente la fachada original reconstruyéndola a partir de fotografías antiguas. La finca cuenta con 600 metros cuadrados edificables en los que hay un llagar tradicional de 330 metros.
El propietario adelantó a este periódico que pretende alquilar el inmueble una vez rehabilitado. Aunque aún está estudiando «con detenimiento» si se le dará un uso residencial, hotelero u hostelero, ya ha descartado la posibilidad que barajó inicialmente de instalar un nuevo albergue. En cualquier caso, sostiene, «se mantendrá el espíritu tradicional del edificio».
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