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O. ESTEBAN
GIJÓN.
Lunes, 9 de diciembre 2019, 01:17
Era un día solemne. Y allí estaban el infante don Jaime, hijo del Rey Alfonso XIII; Emilio Tuya, alcalde de Gijón; Luis Armada y el resto de la familia Revillagigedo. Era el 18 de septiembre de 1929 y arrancaba ... el primer curso de la Escuela Revillagigedo. Se hacía realidad el sueño de Álvaro Armada, que quería que los hijos de los trabajadores pudieran adquirir la necesaria formación técnica que reclamaba la incipiente industria. Una escuela que formara «buenos técnicos y buenos cristianos».
Don Álvaro había muerto en 1907, pero en su testamento había donado los terrenos adyacentes a la iglesia que había edificado en El Natahoyo unos años antes, San Esteban del Mar, para fundar esa escuela. Encargó la tarea a sus hijos, Álvaro y Luis, y a la Compañía de Jesús. Ellos consiguen poner la primera piedra en 1923, pero Álvaro también fallece. Es Luis, entonces, quien continúa con la tarea encomendada por su padre. Una tarea que ha perdurado ya 90 años, que formó primero a cientos de aquellos hijos de obreros; luego a generaciones de gijoneses que ocuparon los mandos intermedios de astilleros y otras industrias y ahora sigue formando a cientos de jóvenes manteniendo el espíritu inicial. Entonces se hablaba de «buenos técnicos y buenos cristianos». Hoy, su director, Emilio Díaz, habla de una «educación integral», de no formar solo buenos técnicos sino también «buenas personas». Lo que él llama «personas técnicas».
Es el poso que el conde de Revillagigedo y la Compañía de Jesús dejaron en un centro que fue muchos años privado y empezó a concertar unidades en 1987. Un centro que hoy tiene 508 alumnos, 39 docentes y once ciclos formativos (dos de FP Básica, cuatro de grado medio y cinco de grado superior). Una Escuela que ha visto pasar varias leyes educativas con todo tipo de cambios y nuevas denominaciones, que vio cómo desaparecían los antiguos maestros industriales y los ciclos formativos se convertían en módulos mucho más técnicos que ya no incluían materias como Lengua, Física o Religión. Un centro que ha visto asfaltar calles que eran caleyas y crecer playas donde no existían. Que vio cómo los cinco astilleros se quedaban solo en uno y la rama del Metal, antes tan demandada, perdía interés. Que ha visto el auge de la Electrónica, rama que ya no se impartirá más a partir del próximo curso, para quedarse con Mecatrónica.
Empezaron 90 alumnos, con un claustro formado íntegramente por jesuitas. Pero pronto la Escuela tenía 500 estudiantes, la misma cifra que ahora, 90 años después, tiene el Gedo. Recogía EL COMERCIO en sus páginas en aquel octubre de 1929 que se habían recibido más de 800 solicitudes de jóvenes a partir de 13 años. Aquellos primeros alumnos acudían a clase por la tarde, de lunes a sábado, de 18 a 22 horas. Y los domingos, a misa.
Noventa años dan para mucho y el Gedo guarda mucha historia. Como las trece disciplinas deportivas que se han practicado allí, del fútbol al balonmano, pasando por la halterofilia y el rugby. Como algunas visitas históricas, entre ellas las de don Juan Carlos, en 1961, entonces Príncipe de Asturias. Entre sus paredes han surgido también varias vocaciones religiosas. Y allí nació el movimiento Vanguardia, de la mano del padre Granda. El Gedo ha conocido las Escuelas de Aprendices, la formación de adultos para «reconvertirlos en el trabajo»... Y hoy, como hace 90 años, sigue defendido la formación profesional.
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