«Ahora sí estoy nerviosa», confesaba Ángela Pumariega, la candidata del PP a la Alcaldía de Gijón, nada más bajarse del coche ante la iglesia de San Pedro. Dentro del templo, la esperaban varias decenas de amigos y familiares para compartir con ella uno de los mejores días de su vida, su enlace con el también regatista Alejandro Muscat.
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Del brazo de su padre, Ángel, entró la deportista a la iglesia con un sencillo y elegante vestido que, eso sí: brillaba menos que la sonrisa que se le dibujaba en la cara y desvelaba su felicidad absoluta. La misma que mostraba, junto al altar, el novio, quien llevaba minutos esperando a que llegara Pumariega para que el gijonés Kike Figaredo, prefecto de Battambang, pudiera empezar a oficiar la boda.
Y fue una ceremonia cargada de emotividad que el sacerdote guio, según confesó, «desde el corazón». Y no mentía porque Figaredo puso alma a la misa, regalándoles una jirafa, «el mamífero con el corazón más grande, con altura de miras y que convive con muchos animales diferentes». Además, de entregarles una Virgen de Covadonga y una pulsera «para que se cumplan vuestros deseos espirituales más profundos».
Seguro que esos sueños se hacen realidad, junto a todos los que les rodearon en este día, en el que se sucedieron los 'vivas' a los novios, los besos y los abrazos que los arroparon a su salida de la iglesia, justo antes de irse a celebrar que, después de una década de noviazgo, Ángela y Alejandro ya son marido y mujer.
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