Se creía invencible subido a su Kawasaki. Pero no lo era. El delincuente común y multirreincidente convertido en uno de los mas peligrosos violadores del país sobreestimó sus capacidades y subestimó la de los investigadores, que tardaron en dar con él 18 días. ... Más de dos semanas de trabajo titánico para evitar que el violador de Somió volviese a actuar. Porque aunque preparó minuciosamente el plan, dejó su rastro en la ropa de la víctima y el cazador acabó siendo cazado.
Publicidad
Noticia relacionada
Olaya Suárez
Boris S. M., controlador, obsesivo y posesivo, tiene rasgos psicopáticos de la personalidad, con total falta de empatía hacia los demás. Asturiano, de 44 años, pasó su infancia en un centro de acogida y ya antes de cumplir la mayoría de edad había tenido problemas con la justicia. Fue uno de los miembros más activos de la conocida como banda del Fiat Uno, grupo juvenil dedicado a robar ese modelo de coche por toda la región. De aquella, cuentan policías y abogados que lo trataron, era un joven muy delgado, bajo y con una aparente hiperactividad y déficit de atención. Se guiaba por impulsos, lo que unido a su escasa formación y su carácter agresivo, lo convertía «en una bomba de relojería».
A lo largo de su vida ha estado entrando y saliendo de prisión. Los delitos que más abundan en su extensa hoja policial son los robos con violencia y los de vehículos a motor, también lesiones. En los últimos años se habría obsesionado con el gimnasio, hábito que inició en la sala de pesas de la cárcel. Esa pasión desmedida por convertirse en lo que no era, una persona fuerte, la acompañó de sustancias externas para ayudar a muscular. Todo le parecía poco. Pero tras esa apariencia de persona segura de sí misma y poderosa que trataba de dar a través de sus redes sociales, se escondía una personalidad con graves problemas para la relaciones sociales y con una autoestima muy baja. «Lo conozco desde hace 25 años y nunca le conocí una pareja estable, alguna vez tenía alguna relación esporádica pero nunca tuvo pareja. Y tampoco amigos», dice un cercano.
Noticia relacionada
Su carácter problemático y explosivo le llevó a alejarse de su familia más directa. Vivía en una habitación alquilada en un piso de la calle Ribadesella con unos compañeros con los que apenas tenía relación. Se pasaba casi todo el día encerrado en su habitación editando los vídeos de TikTok en los que mostraba su torso desnudo y sus salidas en moto, casi siempre con el mismo recorrido: Somió, La Providencia, La Ñora, Playa España… Conocía bien la zona. E hizo por conocerla mejor para saber dónde y cómo atacar a su presa. Durante semanas, vigiló el camino de Los Lirios, lo merodeaba cuando se hacía de noche y tenía controlado hasta cuándo se apagaban las luces de las obras de viviendas que se están haciendo allí. Lo preparó todo: material en una mochila para inmovilizar a la víctima, utensilios para intentar borrar sus huellas y complementos para taparse el rostro y las manos.
Publicidad
La tarde del 30 de octubre consumó su plan. Luego dejó a su víctima allí tirada y huyó. La brutalidad de la violación apenas tenía precedente en Gijón y puso en jaque a las fuerzas de seguridad. Cuando EL COMERCIO publicó al día siguiente la noticia de lo ocurrido, la ciudad enmudeció. Durante los 18 días que se prolongó la investigación el temor era evidente, sobre todo entre padres con hijas de la edad de la víctima que tuvo la mala fortuna de cruzarse con el cazador sexual.
La sensación de alivio llegó el domingo pasado cuando los agentes de la Policía Nacional entraron al piso de Boris S. M. y lo detuvieron. Se ponía fin a una compleja investigación en la que el factor humano y la técnica de laboratorio fueron de la mano. Fue crucial el análisis de ADN, pero también la pericia de los agentes para llegar hasta el delincuente.
Publicidad
Ahora los esfuerzos de la Policía Nacional se centran en determinar si Boris S. M. está detrás de alguna otra violación. La brutalidad con la que actuó y la aparente conciencia forense con la que ejecutó la agresión hacen pensar a los investigadores que no era la primera vez. Sería una forma extrema y extraña de 'debutar' para un violador. Aunque para la maldad humana no hay patrón.
Boris S. M., antaño delincuente con modales de 'El Vaquilla' y ahora con rasgos de depredador sexual, permanece desde el miércoles en el centro penitenciario de Asturias, un lugar que conoce bien, pero al que ahora llega con la mandíbula rota y unos cargos muy graves y muy poco del agrado de muchos de los presos que allí se encuentran.
3 meses por solo 1€/mes
¿Ya eres suscriptor? Inicia sesión
Te puede interesar
Publicidad
Utilizamos “cookies” propias y de terceros para elaborar información estadística y mostrarle publicidad, contenidos y servicios personalizados a través del análisis de su navegación.
Si continúa navegando acepta su uso. ¿Permites el uso de tus datos privados de navegación en este sitio web?. Más información y cambio de configuración.