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MARÍA CIDÓN KIERNAN
Lunes, 4 de mayo 2020, 01:18
Vamos a ver a la abuela y le vamos a cantar una canción para que se asome a la ventana. A ver, ¿cómo empezaba la canción?», dice una madre mientras cruza la calle San Bernardo acompañada de sus dos hijos pequeños. El confinamiento, ya en fase de desescalada, no ha sido impedimento para que los gijoneses feliciten a las mamás el primer domingo de mayo.
El cariño ha superado las barreras con originalidad, ya sea pasando a saludar desde la distancia en la franja horaria permitida según la edad, o escribiendo un mensaje gigantesco en la arena de la playa San Lorenzo para recordar a una madre cuánto se la quiere. Sin embargo, la mayoría de homenajes se hacen de puertas para adentro, manteniendo la tradición de regalar dulces y flores. Para cuplir con las expectativas, los comercios locales han trabajado a todo gas para dar respuesta a cientos de pedidos, abrumados por la demanda pero felices por reconocer la confianza en sus productos.
En la calle Cabrales, una cola de clientes guarda la distancia de seguridad desde la puerta de la pastelería Balbona, dobla por la plaza de Los Campinos y termina sobre San Bernardo, a la altura de Begoña. Adentro, Pilar Estrada apenas se detiene para atender a los clientes que entran de tres en tres para comprar bandejas de pasteles y bombones. Sin embargo, la mayoría de las ventas de este día son a domicilio: más de 150 pedidos. El éxito ha sido una tarta con forma de corazón acompañada de una flor o una botella de moscato rosado. «Hay que cambiar la mentalidad a un nuevo modelo, de atención al cliente vía redes sociales, pero la calidad no cambia nunca aunque estemos un poco saturados por la situación», anota la encargada.
Afuera de la pastelería Argüelles hay al menos tres repartidores en moto que distribuyen los pedidos de este negocio ubicado en la calle Celestino Junquera. Han cerrado al público, pero reparten 130 pedidos. «Esto parece una oficina de reparto, no paramos. Desde el viernes dejamos de coger pedidos. Hemos llegado hasta Quintueles y Candás. Esto del coronavirus ha sido una experiencia total», dice Antonio Argüelles, el propietario de este negocio familiar que ya va por su cuarta generación. Para facilitar la logística, ha ofrecido sus bombones y dulces en paquetes que pueden incluir flores y tratamientos de belleza gracias a una alianza con otras empresarias.
«El día de la madre siempre es bueno, pero este más. Y la lusión que le ha hecho a la gente que lleva tanto tiempo en casa ha sido exagerada, yo me emocionaba al entregar los desayunos.. ¡Llevo llorando toda la mañana!», dice Inés Trabanco, de Panificadora Dulce Trastín, ubicada en Pinzales.
Las once panaderías Panrís de Gijón han superado todas las expectativas con el reparto de más de 150 desayunos. «Esta es una demanda nueva, el pico más alto en los cinco años de trabajo. No contábamos con tantos pedidos. Son tiempos difíciles, pero tenemos que evolucionar. La gente quiere desayunar en casa como lo hacían antes afuera y tenemos que estar a la altura», reconoce Emilio Palacios.
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Mikel Labastida y Leticia Aróstegui (diseño)
Óscar Beltrán de Otálora y Gonzalo de las Heras
José A. González y Álex Sánchez
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