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«Estaba en la cama, era el día en el que me había dicho que iba a hacer la mudanza para irse de casa, lo oí que salía de su habitación -dormíamos en habitaciones separadas-, entró en la cocina y de pronto noté que entraba, ... me cogió del pelo para atrás y empezó a apuñalarme en la cara, los brazos, el cuello...». El relato de la mujer de 63 años a la que su compañero sentimental, de 70, intentó matar en agosto de 2020 en un piso de la avenida de la Constitución, en Gijón, dejó impresionados a todos los que ayer se encontraban en el juicio que se celebró en la Sección Tercera de la Audiencia Provincial, con sede en Oviedo y con competencias en los asuntos relacionados con violencia de género.
La víctima relató con pormenores el ataque que sufrió por parte del que fuera su compañero sentimental, A. M. G., durante cuatro décadas. «La suerte quiso que la hoja del cuchillo se rompiese al pegar con dos pulseras de cuarzo gruesas que llevaba puestas en el brazo, cuando la hoja cayó al suelo él se fue a la cocina a por otro cuchillo y yo entonces intenté como pude llegar a la puerta y salir al descansillo para buscar ayuda, solo pedía por mi vida y gritaba, 'Que me matas, que me matas'», declaró.
El agresor la volvió a alcanzar en el descansillo y siguió apuñalándola en el abdomen y el cuello. En ese momento salió del piso su vecino y casi al mismo tiempo llegaba el hermano de la víctima, que vive en el piso de abajo y subió al escuchar gritos de auxilio. «Cuando llegué vi a una mujer tirada en el descansillo y al vecino forcejeando con un hombre, me di cuenta rápido de la situación y como pudimos lo tiramos en el suelo a él, me puse encima, con la rodilla presionándole el cuello para que no se pudiera mover, pero aún así, seguía intentando dar estocazos en el estómago a mi hermana, al final el vecino pudo meterla en casa hasta que ya llegó la Policía y la ambulancia», dijo. «Mi hermana estaba toda llena de sangre y con los ojos en blanco, creí que estaba muerta...», relató el hermano, que resultó lesionado al reducir al acusado y precisó tratamiento psicológico por el impacto que le causó el brutal episodio.
No habría sido el primer episodio de malos tratos. La propia mujer refirió, muy afectada, que en 2016, apenas unos minutos después de que su propia madre se tirase por la ventana en el edificio en el que ellos también vivían el ahora acusado le había pegado. «Fuimos a casa de mi padre a decirle que mi madre se acababa de suicidar y en el pasillo él me pegó dos bofetadas», aseguró.
La fiscalía solicitaba inicialmente para el procesado una condena de ocho años de cárcel por un delito de homicidio en grado de tentativa, sin embargo, a la vista del relato de los testigos, que narraron la brutalidad con la que actuó presuntamente el procesado, la representante del ministerio público elevó la solicitud de la pena a los catorce años de cárcel por el delito de asesinato en grado de tentativa, a lo que suma otro año más de prisión por el delito de lesiones al hermano de la víctima.
El acusado se limitó a decir que no recordaba nada de aquel día, -«pero pido perdón sea por lo que sea, ese día tenía mal la cabeza», dijo- y a asegurar que en el momento de la agresión no eran pareja. «Empezamos la relación en 1981 y estuvimos unos diez años juntos, luego lo dejamos, pero seguíamos viviendo juntos», afirmó. Sobre el hecho de que figurase como hijo político en la esquela del padre de la víctima en 2019 se escudó con un: «fue ella la que puso la esquela, no yo». No negó otros episodios de malos tratos referidos por la abogada de la acusación particular durante periodos de vacaciones en Sierra Nevada y Tenerife. El caso ha quedado visto para sentencia.
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