Afelio Vázquez contribuyó al desarrollo de El Natahoyo. P. UCHA

Adiós a Afelio, la voz de El Natahoyo

El popular vecino de la zona oeste, uno de los impulsores del Santa Olaya, falleció a los 84 años después de una vida dedicada a la lírica

OLAYA SUÁREZ

GIJÓN.

Domingo, 17 de enero 2021, 00:51

El Natahoyo pierde a uno de sus vecinos más entrañables y queridos. Afelio Vázquez Ronderos falleció ayer a los 84 años después de toda una vida vinculado a la zona oeste, a la que consideraba una extensión más de sí mismo. Fundador del Club Natación ... Santa Olaya y reputado tenor, formó parte de una generación criada al calor de la industria naval, en los pedreros y en el monte Coroña, pegando patadas al balón en les caleyes de la Puerta del Sol y aprendiendo a escribir en los pupitres de la escuela de doña Palmira en la calle Las Industrias.

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Nació en el propio barrio el 23 de julio de 1936, seis días después del inicio de la Guerra Civil. Estudió párvulos con doña Palmira y de ahí pasó al colegio de Primo de Rivera y más tarde a la Fundación Revillagigedo, donde finalizó los estudios de Maestría Industrial y de delineación.

Con 25 años se casó con Argentina Cuervo González, originaria de Albandi, y juntos tuvieron tres hijos: Afelio, Mario y Alfredo. Enviudó en 2017. Afelio se mantuvo activo y vital hasta el final de sus días, hasta que un problema coronario le obligó a pasar por una intervención quirúrgica que no superó. «No esperábamos un desenlace así...», lamenta Mario, uno de sus hijos, muy agradecido por las innumerables muestras de cariño recibidas. «A mí padre le conocía mucha gente y todos le apreciaban, siempre estuvo muy pegado al barrio y a los vecinos», comenta.

Una de sus pasiones, de todos conocida, era el canto, al que se aficionó, según él mismo siempre recordaba, en el bar El Trole, donde trabajaba su madre Balbina. Allí escuchaba cancios y allí decidió que él también quería cantar. Tenía muy buena voz y de muy joven lo animaron para que formara parte del coro de otro bar, Las Cancelas, dirigido por Enrique Somoano. El salto musical lo dio cuando el compositor Sergio Domingo le llamó para formar parte del Coro Asturiano de la Calzada, donde, ya bajo la dirección de Mateo Bullón -que se convirtió en uno de sus mejores amigos-, actuó de tenor solista. La formación musical la recibió de la profesora Pilar Escudero en la Universidad Laboral.

La lírica era una parte muy importante de su vida, que compaginaba con los sucesivos trabajos como delineante proyectista: en Astilleros del Cantábrico, Crady, Calderería Ra, Talleres del Cantábrico y Talleres Santa Olaya. La jubilación le llegó en el año 2000 y ya entonces se pudo dedicar de pleno a la música. Dirigió los coros Aires del Mar y Voces de Cimadevilla y formó parte del coro del Ateneo do La Calzada, el Coro de Voces Graves dirigido por Joaquín Salvador Cuervo y en el Ochote El Arbeyal, entre otros.

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Fue uno de los impulsores del Club Natación Santa Olaya, del grupo que eligió el enclave para poner en marcha lo que luego se convertiría en toda una institución. Sin embargo, un problema de cadera le apartó siendo aún joven de otra de sus aficiones: el deporte. Fue operado en el Sanatorio Marítimo por el doctor Aquilino Hurlé y pese a que ya no era socio, siempre mantuvo el vínculo con los socios del club. De hecho, hace tres años le rindieron homenaje por ser uno de los históricos que contribuyeron al desarrollo de El Natahoyo, su patria.

El velatorio quedó ayer instalado en el tanatorio de Jove, donde hoy, a las cinco de la tarde, tendrá lugar el funeral. Sus restos mortales serán incinerados en el mismo lugar.

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