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MARÍA CIDÓN KIERNAN
GIJÓN.
Martes, 25 de febrero 2020, 01:13
«Ya viene, ya viene la Sardina», fue una las exclamaciones más comunes que se escucharon durante el desfile, encabezado por Rosalina Tra Trá, quien se traladaba lujosamente a bordo de un descapotable junto a su amiga Andarrica Princess y su chófer y amigo, ... Rodolfo Langostino. La expectación y la curiosidad del público gijonés, hambriento de fiesta y de desfase, quedó patente desde el inicio del desfile. Media hora antes de que arrancara el paso de las charangas, cientos de personas ya esperaban frente a la plaza de toros de El Bibio.
Y a su paso por la avenida de la Costa, la mayoría de los pequeños esperaban sentados al borde de la acera, cargados de confeti y serpentinas y rodeados de padres, abuelos y demás familiares, en su mayoría disfrazados. Algunos sacaron taburetes y sillas para los peques, para que no se perdieran ningún detalle del colorido y largo desfile.
La aglomeración fue más evidente a la altura de Begoña, donde las calles anchas permitieron que llegaran grupos de familias y amigos más grandes, hasta llegar a la Acerona, frente a la Gota de Leche, donde terminaba el desfile y los asistentes observaban el paso de las carrozas y charangas apoyados sobre las vallas.
Desde La Calzada, El Natahoyo, Roces, Nuevo Roces, Pumarín, Pinzales, Viesques y hasta de Tremañes. Los vecinos de los barrios de Gijón menos cercanos también tuvieron representación entre el público del desfile. «Dicen que los de La Calzada no nos movemos del barrio. Sí, sí que nos movemos, a donde haga falta. Tenemos amigos en varias charangas, Folixa Pa Toos, Los Restallones, Kop'A Vino... Por ahí conocemos gente», dijo Vanesa Llanos, acompañada de su pareja, Felipe Menéndez y su hijo Hugo, de 9 años.
Lu Yi, china y residente en España desde hace años, observó el desfile desde la Costa, acompaña de sus familiares que la visitaban desde el País Vasco. «Me gusta el antroxu, veo a muchas familias en la calle y disfrazadas de muchas cosas. Es muy alegre».
Lo más llamativo para el público fue el dinosaurio, las batucadas, la coreografía de los trolls y en lo que todos coincidían, en el esplendor d coincidieron fue en la marcha de Rosalina Tra Tra.
Javier Rodríguez y Esperanza López llegaron desde Contrueces para ver el desfile desde plaza Europa. Estaban sorprendidos por la cantidad de participantes, este año se estrenaron y les gustó tanto que prometieron volver en 2021. Sin embargo, para Ángeles Tárano, vecina de El Natahoyo, el paso de carrozas y charangas fue algo lento y con demasiados intervalos, «aunque muy colorido».
Para los niños la diversión fue permanente y sin dejar la provocación de lado, algunos pedían palomitas a Francisca Fernández García, de la AMPA de La Escuelona, disfrazada de vendedora de circo. «Si llego a traer 100 kilos creo que ya los hubiera repartido todos», dijo entre risas mientras desfilaba.
Un grupo de 14 hippies de El Natahoyo se agolpaba frente a la Gota de Leche, «Vinimos pronto para coger sitio, queríamos ver a Rosardina», dijo Rosa Pérez. Los ánimos eran buenos, pero el frío cuaresmal se hacía notar más allá de nueve de la noche.
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