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t La supervisora, Cristina Soto, y la doctora Moraño, en una de las nuevas habitaciones de la primera planta.
«Ni adelantamos ni retrasamos la muerte»

«Ni adelantamos ni retrasamos la muerte»

Pionera. La unidad de cuidados paliativos del Hospital de Cruz Roja, creada en 1989, atiende a unos 250 pacientes al año. Solo el 60% son oncológicos

LAURA MAYORDOMO

Lunes, 10 de abril 2023, 01:25

El hospital de Cruz Roja puso en marcha en 1989 la primera unidad de cuidados paliativos de Asturias, de la mano de los doctores Canteli y Martínez. Por entonces, en toda España solo había otras tres unidades de este tipo: en Cantabria (la estrenó en 1984), Cataluña (desde 1987) y Canarias (desde ese mismo año 89). Más de tres décadas después, los cuidados paliativos siguen siendo los grandes desconocidos. «Ni adelantamos ni retrasamos la muerte. Con los cuidados paliativos no es que ayudemos a morir, sino que ayudamos a vivir con confort hasta el último momento. La buena muerte es tener calidad de vida hasta el final». Es lo que la doctora María del Carmen Moraño, responsable de la unidad, y Cristina Soto, supervisora de enfermería, explican a los familiares cuando un nuevo paciente ingresa en el hospital concertado de la calle Uría, el de referencia en cuidados paliativos del Área V.

La doctora, cinco enfermeras, cinco auxiliares de enfermería, cinco auxiliares sanitarios, una psicóloga y una trabajadora social conforman una unidad en la que «el trabajo en equipo es fundamental» y en la que todos tienen «muy interiorizado» el concepto de cuidados, conscientes de que, en cuestiones de salud, «curar no siempre es posible, pero cuidar sí».

Los cuidados que se prestan a los pacientes oncológicos y a quienes se encuentran en la fase más avanzada de una enfermedad grave, cuando los tratamientos curativos ya no aportan ningún beneficio en cuanto a la supervivencia ni a la calidad de vida, abarcan tanto la parte farmacológica como la funcional, la social, la psicológica y la espiritual. También hay pacientes que se someten a rehabilitación paliativa. Por lo general, «se tiene la idea equivocada de que los cuidados paliativos es solo poner morfina, cuando la morfina es solo un tratamiento más», aclara la doctora Moraño. Y esos cuidados van mucho más allá de los pacientes, abarcando a sus familiares, a los que se acompaña en todo el proceso y se les prepara para el duelo.

En la unidad de cuidados paliativos de Cruz Roja se atiende al año a unos 250 enfermos. Y solo el 60% son pacientes oncológicos, señala el gerente del hospital, Leopoldo Álvarez. El resto son personas con, por ejemplo, enfermedades respiratorias o cardiacas avanzadas o en fase terminal, con parkinson o demencias avanzadas. Patologías en las que, anota María del Carmen Moraño, «los cuidados paliativos son aún más desconocidos».

Los pacientes que llegan a la unidad de Cruz Roja lo hacen derivados desde el Hospital de Cabueñes, la unidad de hospitalización domiciliaria o los equipos de soporte de atención domiciliaria (ESAD). Cristina Soto, supervisora de enfermería de la unidad, es la primera profesional con la que pacientes y familiares entran en contacto. Ella se encarga de explicarles el protocolo de acogida y cómo funciona la unidad. Un funcionamiento dentro del cual «somos facilitadores y flexibles», destaca: se permite a las familias estar con el paciente las 24 horas del día, incluso que puedan pasar la noche en el hospital dos acompañantes, como ya les han solicitado.

Voluntarios de Cruz Roja se encargan de hacer compañía a las personas ingresadas que no tienen familia o cuyos familiares están fuera. Y una vez por semana, los payasos de Clowntigo se pasan por las habitaciones «porque la risa también es una terapia».

Vistas al cielo

Las catorce nuevas habitaciones individuales que se han habilitado en la primera planta -la que antes ocupaban las consultas externas- se han diseñado teniendo en cuenta tanto el confort de los pacientes como de los familiares, que disponen de un sofá que se convierte en cama. Las habitaciones cuentan con iluminación indirecta y regulable en intensidad que además de ser más cálida permite al personal sanitario trabajar sin generar mayores molestias a los pacientes. En el techo, las lámparas se ocultan tras paneles con la imagen de un cielo azul enmarcado entre nubes y copas de árboles que «les transmiten mucha tranquilidad». También las nuevas camas aportan un plus de comodidad y funcionalidad, al tiempo que «al poder regularse en altura fomentan la autonomía del paciente, favorecen la transferencia de la cama al sillón y minimizan las caídas», enumera Cristina Soto.

La demanda de atención en la unidad de cuidados paliativos de Cruz Roja es elevada. Lo demuestra el hecho de que, desde la apertura de esas catorce nuevas habitaciones el pasado 1 de febrero, la planta ha estado a un 85% de ocupación. La paciente más antigua lleva en ella desde el 13 de febrero. «Se ve un cambio, sobre todo en las zonas urbanas, en las que un porcentaje cada vez mayor de personas prefiere fallecer en el hospital», comenta el gerente. También hay pacientes que han recibido el alta y siguen recibiendo cuidados paliativos por parte de los equipos de soporte de atención domiciliaria en su propia casa o en una residencia. «Aunque seguramente se necesitan más equipos, Gijón es una ciudad muy afortunada en cuanto a la prestación de cuidados paliativos», valora la doctora Moraño.

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