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Héctor Morán pasa bajo 'Currín' y 'Elisa', que nadan a poca profundidad.

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Héctor Morán pasa bajo 'Currín' y 'Elisa', que nadan a poca profundidad.

Los cuidados de un Acuario cerrado

La instalación mantiene la actividad, pese al cierre por la covid, para asegurar el bienestar de sus animales

O. VILLA

GIJÓN.

Martes, 10 de noviembre 2020, 01:09

Los tiburones toro, 'Currín' y 'Elisa', nadan con parsimonia a poca profundidad en el gran tanque central del Acuario de Gijón. Jorge Rodríguez, jefe de acuaristas, y su compañero Héctor Morán se han sumergido ya hace un rato hasta los siete metros de profundidad, apenas protegidos por unos guantes de cota de malla y... una vara. Y por su experiencia.

El ritual, pese al cierre al que la pandemia obliga en estas semanas al Acuario, se repite los lunes y viernes, con un refuerzo alimenticio los miércoles.

Mientras Jorge y Héctor se sumergen, supervisados por la veterinaria Susana Acle, dos grandes hembras de tortuga boba están atentas a todos sus movimientos: «Son extremadamente voraces y un poco pesadas», ríe Susana Acle, que explica que «este proceso, cuando el Acuario está abierto, llena de gente la zona de observación. Explicamos lo equivocados que están una serie de prejuicios, como que los tiburones son todos agresivos. Ya ves cómo son los toro». Mucho más tranquilos que otros, menores, como los tiburones bambú, guitarra, alitán, masola y las pintarrojas.

La alimentación comienza mucho antes, en «la cocina», un apartado de la zona técnica donde se elaboran «los menús». Porque no se trata de darles comida sin más: «Es pescado que compramos congelado a proveedores de alimentación humana. Merluza, caballa, potarro... Y a eso le añadimos complementos vitamínicos en función de las necesidades de cada ejemplar y de cada ecosistema» de los que están representados en el Acuario. Los que gozan de alimentación gourmet son los espectaculares corales, las estrellas de mar, los erizos... «Para ellos tenemos una zona de crianza de zooplacton y citoplacton».

El proceso sirve también para observar desde dentro del tanque cualquier posible incidencia (lesiones, indicios de enfermedad, cambios de actitud...), mientras otro biólogo (ayer, Lucía Piñeiro) anota desde la zona de observación lo que come cada uno de los principales ejemplares.

Grace Kelly vive en Gijón

La situación es dura. De los 43 trabajadores del acuario, 24 están en ERTE (los de taquilla, tienda, oficinas y restauración), mientras que siguen trabajando los 19 del área biológica. Además del mantenimiento de los animales y plantas en la zona expositiva, hay más labores. En el área de cuarentena se crían nuevos ejemplares. El Acuario está especializado en hipocampos, rayas, pintarrojas, peces payaso y medusas, entre otros. Otros centros crían especies diferentes y se intercambian ejemplares entre ellos, lo que «resulta más eficiente».

El director del acuario, Alejandro Benoit, explica que fruto de ese tipo de acciones el centro gijonés ha incorporado recientemente «una raya gigante macho, de 40 kilos, espectacular, procedente del Acuario de Lisboa; o un mero Grace Kelly», realmente estético. Cuentan que la princesa preguntó en el Acuario de Mónaco por el nombre de una especie de mero, y como no tenía uno 'de pila', le pusieron el suyo.

El obligado parón por la covid también ha servido para cambiar «toda la iluminación de los tanques a leds, con más eficiencia energética y que permiten ver mejor los matices y detalles de los peces».

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