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LUCÍA R. LORENZO
GIJÓN.
Miércoles, 13 de mayo 2020, 01:30
La reciente apertura de la hostelería y la aprobación de la norma que permite ampliar el espacio de las terrazas ha generado incertidumbre entre los ciudadanos con problemas de movilidad. «Esperemos que las terrazas no se acaben comiendo la ciudad», advierten. De esta preocupación se ... hizo eco ayer la Confederación Española de Personas con Discapacidad Física y Orgánica de Asturias (Cocemfe-Asturias), que mostró su temor de que esta situación «dé lugar a la generación de nuevas barreras en la vía pública». Para evitar esta deriva, su oficina técnica de accesibilidad se ha puesto en contacto con los 78 concejos del Principado, a los cuales trasladó «la preocupación generada en torno a la excesiva ocupación de la vía pública por las terrazas de hostelería». Así las cosas, Cocemfe solicita la regulación de este tipo de elementos «si por parte del equipo de gobierno se modifica alguna disposición» para que «se garantice la accesibilidad universal a este tipo de instalaciones en base a las correspondientes normativas». En esta línea, insiste en que el derecho para usar «los espacios públicos ha de ser compatible con la ocupación de la vía pública por las terrazas».
Anany, Pablo, Vicente, Luis, Laura y Abraham son algunos vecinos con problemas de movilidad que, a la espera de que se materialice esta iniciativa, valoran la normativa siempre que no genere más barreras arquitectónicas. Bordillos, aceras estrechas, excrementos sin recoger son algunos obstáculos que se encuentran a diario. Antes de la crisis sanitaria, para Luis Lobera acudir en coche para animar al Sporting un día de lluvia traía inconvenientes. «Los aparcamientos adaptados en El Molinón están lejos. Si llueve, llego empapado», cuenta. Vicente Lázaro se queja porque «hacen todo con muchas alcantarillas, subidas y bajadas. Es raro ver una calle sin nada». Laura Martínez se queja de que en el cine de La Calzada «nos ponen en primera fila, la sala no está adaptada para otras filas. Cuando iba al cine me cogía un amigo en brazos para subirme a los asientos», indica. Pablo Crestelo critica los accesos a establecimientos. «La mayoría de locales del centro no tienen la entrada adaptada y no puedo acceder», expone. Anany Hayn advierte que «queremos vender Gijón como ciudad accesible cuando aún queda por hacer». Le encantaría, dice, disfrutar de «una exposición fotográfica en el Barjola», pero no le resulta posible. Abraham del Cueto se queja porque «la adaptación va despacio, la población está envejecida y cada vez hay más sillas de ruedas».
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