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Felipe A. R. fue denunciado años antes de cometer el crimen de Francisco Javier Rodríguez Tobajas por una abogada que representaba a una ... financiera a la que él había solicitado un crédito. Fue uno de los muchos préstamos que pidió la familia antes de que le acabasen por embargar la vivienda, entre los que se incluía el concedido por la víctima a su exesposa.
La letrada emprendió acciones contra él por acoso. Según su relato, que salió a relucir en el juicio del que Felipe salió con un veredicto de culpabilidad por el delito de asesinato, la seguía y rondaba los lugares que ella frecuentaba, como su despacho y las instalaciones de Talasoponiente. Además, le hacía fotografías y llegó a acudir con una cámara oculta a la financiera, ubicada en la Acerona, para luego subir el vídeo a las redes sociales.
Esa fijación que supuestamente tuvo durante una época con la abogada, la llevó hasta las últimas consecuencias con Francisco Javier Rodríguez Tobajas. Como el propio acusado relató, durante años (una década dijo que llevaba pensando en matarle) acudía casi a diario a la inmobiliaria de la víctima, en la calle Camposagrado. «Aprovechaba el descanso del trabajo en la carnicería para ir allí, intentar verle la cara, no sé con qué fin, pero iba todos los días por las inmediaciones de la inmobiliaria...», relató ante el jurado popular. Hasta que un día de septiembre de 2023 decidió coger un cuchillo de su trabajo, llevárselo a casa en una bolsa y acudir al día siguiente en la calle Camposagrado con la intención de acabar con su vida.
Lo esperó fumando agazapado detrás de una furgoneta. Francisco Javier llegó en coche con otras personas (entre ellas, su hija), se bajaron, entraron en la inmobiliaria y a los pocos minutos él volvió a salir. Fue justo cuando se estaba metiendo de nuevo en el coche cuando Felipe A. R. le asestó dos cuchilladas, una directa al corazón. «No tuvo capacidad de defensa», consideró el tribunal. Se quedó allí viendo la escena y a los pocos minutos abandonó tranquilamente el lugar. Fue localizado a medio kilómetro por la Policía. Cuando supo que había muerto, sonrió y dijo: «Ahí está bien».
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