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ÁNGELA RODIL
GIJÓN.
Sábado, 3 de noviembre 2018
A Veira do Mar cerrará sus puertas mañana después de cuarenta y un años de gastronomía gallega mirando al mar, en pleno 'martillo de Capua', al servicio de los paladares asturianos. El bar fue inaugurado en 1977 por Ovidio López, orensano afincado en Gijón desde los 14 años. «Vine a Gijón por mis hermanos. Ellos vivían y trabajaban aquí. Después de pasar una temporada lejos, en Alemania, me casé y junto con mi mujer, Amparo Rodríguez, monté el bar que vemos hoy en día», explica el propietario.
El matrimonio vio en el bajo ubicado en frente de la escalera cinco de la playa de San Lorenzo (calle de Ezcurdia, 10) «grandes posibilidades» y decidieron alquilarlo. Un lugar muy céntrico y con una vistas al mar Cantábrico que hacen honor a su nombre, A veira do mar, y trasladan a los comensales a las Rías Baixas sin necesidad de moverse del centro de Gijón.
«El mejor pulpo de la ciudad», «pulpo riquísimo», «¡está de muerte!», «parece que estamos en Galicia». Son algunos de los comentarios de la clientela de este popular negocio que mañana dirá adiós a cuatro décadas de pulpo, lacón y buen vino ribeiro; las especialidades de la casa. Pero también a los pimientos del Padrón, la 'orella', quesos gallegos, cachelos y, cómo no, el pimentón como aderezo fundamental de sus platos.
Los propietarios se jubilan. «Ese es el motivo del cierre, después de cuarenta y un años de trabajo ininterrumpido y casi setenta años creo que es el momento de que podamos descansar, de tomarnos unas vacaciones, ¿o no?», interroga Ovidio López entre bromas.
«El bar siempre funcionó muy bien. Siempre hubo una muy buena clientela, tuvimos suerte», comenta el orensano. Además, «nunca tuvimos ningún problema con nada ni con nadie desde que decidimos abrirlo. Es increíble que en tanto tiempo con el bar nunca pasase nada desafortunado, pero así es. Los recuerdos que me llevo son muy buenos», subraya. Después de «una vida entera de dedicación y trato familiar a la clientela», añade Amparo Rodríguez. Mañana, los gijoneses se despedirán para siempre de A Veira do Mar y la escalera cinco dejará de sorprender a los paseantes con el buen olor a pulpo y lacón recién cocidos.
No habrá quien tome el relevo de este negocio familiar debido a que el edificio donde se encuentra ha sido comprado y están esperando al cierre del bar para comenzar con las reformas pertinentes.
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