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El avión CN235 que la Guardia Civil dedica a la vigilancia marítima pasa frente el cerro de Santa Catalina, abarrotado de público. FOTOS: ARNALDO GARCÍA Y JESÚS MANUEL PARDO
Festival Aéreo de Gijón

280.000 personas disfrutan de las acrobacias y maniobras de los mejores pilotos

El tiempo mejoró al mediodía y sólo fue necesario retrasar la participación de la patrulla acrobática de paracaidistas Papea

Domingo, 28 de julio 2024, 20:10

El domingo amaneció malo. Muy malo, con una densa niebla en toda la costa y una lluvia que ponía en peligro el Festival Aéreo Internacional, que cumplía su XVIII edición. Pero la organización seguía manteniendo que a la hora del inicio de la exhibición, al mediodía, el tiempo mejoraría. Y lo hizo, pero no lo suficiente para que unos de los primeros participantes pudieran intervenir en el momento programado. Eran los paracaidistas de la patrulla acrobática Papea, ya que el techo de nubes sobre la playa de San Lorenzo no les permitía alcanzar la altura mínima para realizar sus saltos. La decisión de la organización resultó muy acertada: retrasar el inicio del festival un cuarto de hora y trasladar la intervención de la Papea al penúltimo lugar de la parrilla de participantes. Fue un éxito. Tal fue así que la organización cifró en 280.000 personas las que siguieron el espectáculo.

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Poco a poco, el tiempo iba mejorando. Ya no llovía desde las diez de la mañana y las nubes se iban abriendo. Como es habitual, abrió el festival un carrusel de media docena de avionetas y ultraligeros con base en La Morgal, que alargaron su participación para que el resto de aeronaves no viera modificado su horario de intervención, muy ajustado en los tiempos para la preparación y calentamiento de motores de las aeronaves.

En esta edición del festival tuvieron un protagonismo especial los helicópteros, con una nutrida presencia con el EC 135 Airbús del Cuerpo Nacional de Policía, el Sikorski SH 60 de la Armada, el Helimer Cantábrico Augusta Westland 139, el Douphin 2N3 de la Guardia Civil, los tres aparatos de Bomberos de Asturias y los cinco EC120 Colibrí de la Patrulla Aspa. Entre todos, con varios asturianos a los mandos de estos aparatos, ofrecieron al público numerosas maniobras de rescate de hombres al agua en la mar, de lanzamiento de agua para la lucha contra los incendios o el espectacular vuelo a muy baja altura sobre la mar simulando una persecución de una 'narcolancha', como las maniobras que suele tener que hacer la Guardia Civil en aguas del Estrecho de Gibraltar. Además, los helicópteros de la Patrulla Aspa llevaron la espectacularidad de estos aparatos a su máxima expresión, con roturas de formación, trepidantes cruces e, incluso, una maniobra muy difícil de ver, como es un helicóptero haciendo un 'looping', es decir, llegando al vuelo en posición invertida.

Unas de las actuaciones más aplaudidas por el público fueron las de los pilotos acrobáticos Camilo Benito y Juan Velarde e, incluso, el primero llegó a hacer maniobras con el motor de su avión apagado. Y es que ambos son dos de los mejores pilotos de acrobacias que existen en Europa.

El público pudo ver también un moderno avión de fabricación española, como el CN235 que la Guardia Civil destina a la vigilancia marítima. Prácticamente el final de la parrilla lo ocuparon los aparatos que todo el mundo estaba esperando, como el Eurofighter 2000 pilotado por el asturiano Félix Diéguez, que puso el caza de cuarta generación prácticamente al máximo de sus posibilidades, con increíbles toneles, picados y 'loopings', y los seis C-101 de la Patrulla Águila, que liderada por el capitán Luis Bejarano ofreció una muestra de media hora dividida en tres fases, con vuelos en formación y vistosas roturas, arriesgados cruces y maniobras en solitario del capitán Rafael González Marín y más formaciones culminando con el tradicional despliegue de humo con los colores de la bandera de España.

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Previamente, la Patrulla Papea pudo realizar sus saltos, al poder alcanzar su altura mínima de vuelo, con 2.400 pies (730 metros). No pudieron hacer algunas de las figuras que tenían previsto, como descensos invertidos y unirse un paracaidista frente a otro en una figura que se llama espejo. Pero sí lograron hacer lo que se denomina una enganchada y desplegar la bandera de España.

Los participantes en este festival coincidieron el calificar al de Gijón como «el mejor festival aéreo del año». Y es algo que corroboró el director del festival, Pablo González, quien indicó que «al final salió todo muy bien». La organización tenía varios planes alternativos, en función de las condiciones meteorológicas. «El público estaba entregadísimo, como siempre. El de Gijón es un público muy especial y todo ha salido magnífico. Ha sido muy emocionante», indicó.

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