Ó. PANDIELLO
Miércoles, 15 de marzo 2017, 02:49
Pocas veces un partido de fútbol trajo tanta cola política en la ciudad. El España-Israel del próximo día 24 ha planteado un acalorado debate entre afines y detractores de la presencia del estado hebreo en suelo gijonés. Esta situación, además, ha sido alimentada con la declaración y posterior rectificado del Pleno municipal que designó a Gijón como «espacio libre de apartheid israelí». Uno de los asturianos que ha echado raíces en Israel, Juan Loiseau, no ha querido permanecer al margen de la situación y se ha puesto en contacto con EL COMERCIO. «Como asturiano, me da vergüenza el boicot de la ciudad a la que adoro al partido. Soy del Sporting, El Molinón es un templo y yo mismo soy seguidor de 'la Roja'. Sin embargo, mi corazón está con Israel, esta tierra que me acoge, que me da una identidad, que me enseñó cuáles eran los valores de la dignidad», explica. A su juicio, la visión que se tiene del estado israelí está basada en la «desinformación», pues durante su experiencia en el país ha observado cómo «no importa ser negro, amarillo o ser blanco, sino si eres buena o mala persona».
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La plataforma Tarjeta Roja a Israel, encargada de convocar los distintos actos de protesta frente al partido, han recriminado al país hebreo «obstaculizar la práctica del deporte y, en concreto, del fútbol», lo que supone un atentado a los Derechos Humanos. Para Loiseau, esta postura no se sustenta debido a que «la electricidad, el agua y la comida en la franja de Gaza es suministrada por el estado de Israel». «Yo levanto mi voz desde aquí y como asturiano y español saco mi tarjeta roja a la intolerancia y la desinformación», concluye.
Expulsión de la FIFA
Desde una de las entidades fundadoras de la plataforma Tarjeta Roja a Israel, el Comité de Solidaridad con la Causa Árabe, se reafirman en los motivos por los que convocaron los distintos actos de protesta. «El derecho a la protesta es una de las cuestiones básicas recogidas en la Constitución de 1978. Las opiniones divergentes a las mayoristas deben tener cabida y tenemos que respetar la dignidad humana a toda costa», sostiene Ángel Alonso, miembro del comité. Por tanto, uno de sus objetivos es darle visibilidad a «la limpieza étnica llevada a cabo en 1948 y a los testimonios de distintos enviados especiales que han constatado las violaciones a los Derechos Humanos que allí se cometen», explica.
En el ámbito del fútbol, Alonso hace referencia a los seis equipos israelíes matriculados en «territorio expropiado», una práctica condenada explícitamente por la FIFA. «Los chavales de allí tienen tanto derecho a jugar como los que lo hacen en Ceares», concluye. En esta misma línea se pronuncia José Luis Iglesias, presidente de Asturias Laica. Pese a no considerarse una organización que luche exclusivamente por la causa palestina, «sí que estamos a favor de que se respeten un derecho humano tan básico como lo es ejercer deporte». Esto, por tanto, debería ser motivo suficiente para que la federación internacional «tome medidas» con el combinado israelí. «Muchos palestinos están siendo perseguidos de una forma violenta, por lo que no hay discusión en este aspecto», sostiene.
Tanto la marcha convocada para el día del partido como la charla y la ruta ciclista que tendrán lugar estos días no están, a ojos de Iglesias, enfocados a caldear los ánimos en la ciudad. «El que caldea el ambiente es el estado de Israel, que está aplicando un genocidio sistemático. La movilización da una magnífica imagen de la ciudad e indica su arraigada salud democrática».
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