NACHO PRIETO
Viernes, 4 de noviembre 2016, 01:15
Cuatro de los cinco presidentes de Grupo Covadonga o Centro Asturiano que protagonizaron el proceso de fusión de ambas entidades la daban por judicialmente definitiva antes de que la Junta Directiva actual decidiera retirar el recurso de casación ante el Tribunal Supremo que buscaba una rectificación de lo sentenciado por la Audiencia Provincial de Asturias.
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El final del proceso no parece haber sorprendido a nadie, pero tampoco provocó cambios de opinión sobre el asunto. En ese sentido, el expresidente grupista Enrique Tamargo, durante cuyo mandato fue presentado el recurso que el equipo de su sucesor en el cargo ha ordenado retirar, manifestó ayer que «es una decisión que hay que respetar», si bien añadió que «si como socio no estoy de acuerdo, lo diré en la asamblea en la que se informe del acuerdo».
Se refería Tamargo a la próxima asamblea general ordinaria, que es en la que la Junta Directiva suele hacer balance del año anterior y no solo en lo que a cuentas se refiere. «Tendrían que explicar en asamblea por qué lo han hecho. Lo van a plantear seguro», manifestó Tamargo.
Antonio Corripio explicó a EL COMERCIO tanto el por qué como el por qué ahora, tras casi siete meses desde la celebración de las elecciones en las que consumar la fusión fue uno de los propósitos declarados durante su campaña.
«Se trata de una decisión muy meditada y responsable -explicó Corripio-, porque no tiene sentido seguir litigando contra un acuerdo vigente de nuestra asamblea. No solo no vemos ventaja alguna sino que, además, tras la sentencia que anuló el acuerdo de asamblea contrario a seguir con el proceso de fusión, queda en vigor el mandato de 2006, y a él nos debemos».
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El momento fue escogido, según indicó Corripio, porque en los últimos meses no solo se produjo la referida sentencia, sino que se supo que la Fiscalía del Tribunal Supremo informó desfavorablemente sobre la aceptación o no del recurso de casación.
El acuerdo de poner fin al litigio por la fusión de Grupo y Centro Asturiano fue tomado el pasado viernes, por unanimidad, aseguró Corripio, y el pasado lunes se dieron las órdenes oportunas a los representantes legales para que retiren el recurso. «En nuestro programa prometimos acabar con la alta litigiosidad que teníamos y ahora llegó el momento de cerrar este asunto porque todos los informes y sentencias de los que disponemos nos animan a ello», dijo el actual presidente».
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Si Corripio cerró el caso, Ángel Cuesta fue quien lo abrió, en el sentido de que durante su mandato se firmó el acuerdo cuya vigencia ratificaron los tribunales. «Era fácil augurar el final, porque jurídicamente tenía pocas dudas. Sin embargo, me siguen extrañando ciertas actitudes que carecen de respaldo jurídico y ético, porque no tiene sentido actuar contra lo decidido por una asamblea». Cuesta está expedientado «desde que declaré la verdad en el juicio al que fui citado como testigo. Ocho años después, sigo sin conocer el resultado del expediente».
Una huelga impidió cerrarlo
«Era absurdo intentar retrasar un final que ya estaba bastante claro desde que ganamos el juicio en el que declaró Ángel Cuesta. Pero últimamente, incluso con la Fiscalía en contra de la aceptación del recurso, ya había poco margen de duda». Son palabras de Juan José García Rúa, presidente del Centro Asturiano cuando comenzaron las negociaciones con el Grupo y se firmó el convenio correspondiente. «Estaba todo listo para aplicar el acuerdo en los últimos días de mandato de Ángel Cuesta, pero había una huelga de funcionarios en Oviedo que duró quince días y por eso no quedó todo cerrado en aquel momento. Luego llegó Tamargo, que basó su campaña en apoyar la fusión y poco después se desdijo».
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El último presidente del Centro Asturiano, Marco Antonio Tuñón, accedió al cargo en 2008, «con el objetivo claro de hacer efectiva la fusión», pero también protagonizó las primeras negociaciones con Tasio del Reguero, que entonces era vicepresidente grupista. «Era el final previsible -dijo-, pero felicité a Antonio Corripio por la decisión. Ahora se me quita un peso de encima, porque fue muy duro. Fue una guerra que duró diez años, en los que me tragué todo el concurso de acreedores y conocí a gente muy leal, como Alejandro Alvargonzález, que lleva desde 2011 sin cobrar, y a otros que me engañaron».
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