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VALENTÍN ARRIETA BERDASCO
Domingo, 16 de octubre 2016, 00:43
El desarrollo económico experimentado en Gijón a finales del siglo XIX, al amparo del florecimiento de la industria y el comercio, facilitó el establecimiento en la ciudad de una nueva burguesía que, en la mayoría de los casos, optó por la construcción de viviendas unifamiliares como residencia particular. La zona Este del concejo fue la predilecta para la construcción de este tipo de viviendas, destacando por encima de otras áreas la parroquia de Somió. Sin embargo, también se edificaron importantes chalés en áreas limítrofes al centro histórico, e incluso integrados en el mismo casco urbano.
Proliferó la construcción de esta tipología residencial en la zona del arenal de San Lorenzo y el ensanche asociado a él, destacando las numerosas casas levantadas a lo largo de las calles Marqués de Casa Valdés, Calle Uría o Carretera de Villaviciosa, entre otras. Lamentablemente la especulación y el crecimiento descontrolado de la ciudad en esta área en la década de los años 60 propició la desaparición de la mayoría de estas interesantes construcciones. Solo unos pocos ejemplos sobrevivieron a la piqueta, como el chalé proyectado por Manuel del Busto para Ladislao Menéndez en la Plaza del Humedal, o como el bello chalé de estilo ecléctico afrancesado construido en 1899 por el arquitecto Juan Miguel de la Guardia en la calle Uría, número 37, que perteneció a la familia Alvargonzález hasta que se adecuó como Hospital de la Cruz Roja tras la guerra civil, estando ocupado actualmente el primitivo jardín por una nueva edificación. Destacan en su diseño las pilastras, zócalo, recercados y frontones de sillería, en los cuales aparecen detalles ornamentales de gran interés, como los rostros humanos situados en las claves de los arcos de las ventanas del primer piso.
Otro de los destacados chalés que aún existen en el centro de la ciudad es el conocido como Casa de la Palmera, situado en la Calle Cabrales, que fue acondicionado hace pocos años para usos administrativos por parte del Ayuntamiento. La construcción actual es fruto de una importante reforma modernista llevada a cabo en 1913. Destaca su situación entre medianeras, así como su separación respecto a la vía pública mediante la interposición de un pequeño jardín que otorga privacidad a la vivienda, en el que sobresale la palmera que le da nombre.
Clínica y sanatorio
Además de vivienda, en la Casa de la Palmera estaba situada una afamada consulta de oftalmología, y es que muchos de estos chalés pertenecían a prestigiosos profesionales del ramo de la industria, ingeniería o la salud, habilitando en la vivienda una planta o estancia como despacho profesional o consulta de atención al público.
Este era el caso del Palacete del Doctor Salas, situado en la zona del Bibio, junto a la plaza de toros y las desaparecidas cocheras del tranvía. El prestigioso psiquiatra y neurólogo acondicionó las plantas superiores del palacete como sanatorio, mientras que él y su familia residían en la planta baja. En la configuración del edificio destacaban sus dos torres, así como el hermoso jardín que rodeaba toda la casa y que se configuraba como un espacio que servía para el esparcimiento de los pacientes.
En el centro de Gijón los nuevos edificios de residencia colectiva se alternaban con impresionantes mansiones privadas integradas en la trama urbana. Tal era el caso del chalé de la familia Suardíaz, situado en las confluencias de las calles Concepción Arenal y Celestino Junquera. Se trataba de un bellísimo edificio de corte ecléctico, de dos plantas con rotonda rematada superiormente por una cúpula, diseño determinado por su situación en una pequeña parcela triangular rematando la manzana. Contaba con un pequeño jardín que, junto a la hermosa verja de hierro forjado, otorgaba privacidad a la vivienda.
Similares criterios estéticos se siguieron en el diseño del chalé de Alonso Argüelles, que estaba situado frente al complejo de ocio de los Campos Elíseos. Se trataba de un gran caserón de planta rectangular en el que destacaba la calidad de los miradores, galerías, balaustradas y detalles de hierro forjado de sus balcones y de la verja que rodeaba la propiedad. Eran famosas las fiestas y veladas musicales celebradas en su interior, donde se juntaba la élite intelectual de Gijón. Uno de los eventos más recordados era la célebre Fiesta de la Paz, organizada a beneficio de la Real y Benéfica Asociación de Paz y Caridad.
El chalé, al igual que otros muchos de su época, sobrevivió hasta finales de los años 60 del pasado siglo, cuando fueron demolidos para dar paso a grandes bloques de viviendas, perdiendo de esta manera unos interesantísimos ejemplos de vivienda burguesa de finales del siglo XIX y principios del XX.
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