CHELO TUYA
Martes, 11 de octubre 2016, 01:13
«El Día Internacional de la Mujer ha tenido como escenario nada menos que el patio principal de la Universidad de Oviedo, convertido en estercolero de todo género de miserias morales sin que nadie, al parecer, pudiera querer evitarlo. Porque, aparte del asco que nos produce la actitud amoral de todas las participantes en el acto, está la malévola interpretación final: la desintegración de la familia y, con ello, la degradación de toda la civilización occidental en España. Vimos una colección de hembras frustradas, quizá porque no han logrado que nadie se fije en ellas con honestos procedimientos».
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El texto anterior es el resumen anónimo de la primera celebración del Día Internacional de la Mujer en Asturias. Un resumen publicado a toda plana en la prensa regional hace tan solo 39 años. En 1977, todavía algunos consideraban que la mujer era un ciudadano de segunda. Y no lo hacían de forma baladí: tenían toda una legislación que respaldaba su cavernaria posición.
Porque, hasta 1976 la mujer necesitaba en España la tutela de un hombre. Un padre, hermano o marido era imprescindible para lograr trabajo, abrir una cuenta corriente o comprar una casa. Un padre, hermano o marido que tenía derecho a pegar a la mujer, obligarla a abortar o dar en adopción sus hijos.
Así lo refleja la exposición '40 años de feminismo en Gijón. La lucha continúa' que hasta fin de mes estará en la sala superior del Centro de Cultura Antiguo Instituto. Más de 200 personas acudieron a la llamada del Forum de Política Feminista, entidad organizadora del acto. Dulce Gallego, anfitriona, destacó «el modelo Gijón de feminismo».
«Hay que seguir luchando»
Las asistentes alertaron de la necesidad de «aumentar la información» y «continuar luchando. No diría que hay un retroceso, pero los derechos que no se luchan se pierden», explicó la antropóloga María José Capellín. Por eso hoy se ven casos «casi como antes, que necesitabas el permiso de tu marido para cualquier cosa. Ahora, muchas lo piden para salir», lamentaba Ángeles Pollo.
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Como ella, la directora del Instituto Asturiano de la Mujer, Almudena Cueto cree que «hay mucho que hacer. Polémicas como la de Cubiella (la empresa denunciada por utilizar un cuerpo de mujer en uno de sus escaparates) demuestran que la ley de Igualdad se considera de segunda, que no debe cumplirse».
Porque la legislación anterior, la que penalizaba el hecho de ser mujer, sí se cumplía. «En 1976 todas salimos a la calle. Se quería condenar a una mujer por adulterio. La ley decía que la mujer debía cumplir seis años de cárcel. Al hombre adúltero no le pasaba nada», explicaba Capellín, quien también recordaba «las mujeres perseguidas por abortar, mientras que si era el padre o el hermano el que las obligaba, por ser solteras, no pasaba nada. Era legal».
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Y lo fue casi hasta el otro día. Como resumió Feli Soria, «no podíamos tener ni cuenta. No en el siglo XIV, sino hace 40 años».
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