Ángela S. Cifuentes
Sábado, 1 de octubre 2016, 16:12
Claudia, Víctor, Tomas, Mario... Estos son algunos de los nombres de la personas que, a día de hoy, están inmersos en un programa residencial llevado a cabo por Proyecto Hombre para combatir cualquier tipo de adicción. En algunos casos es alcohólica, de juego o adicción a las drogas. Proyecto Hombre nació en el año 1988 y desde entonces se dedica a la prevención, tratamiento e inserción de las personas con algún problema de esta índole.
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Son muchos los programas utilizados para combatir estas adicciones. Uno de ellos es el que está llevando a cabo Claudia Vivero. Esta colombiana llegó a Proyecto Hombre hace un mes, aunque relata que en 2015 ya estuvo de residente, en el centro que la asociación tiene en la calle Juan Carlos I en Gijón, durante seis meses. «Tengo que agradecer mucho a la asociación, ya que me ha hecho ver que hay nuevos caminos en la vida», confiesa Claudia.
A día de hoy, como esta usuaria hay veinte personas que están inmersas en el programa residencia. En el centro de Gijón cada residente tiene una labor. Claudia es la encargada de la lavandería. Los martes y los jueves se lava la ropa de los chicos y las chicas. «Los verteranos tenemos que dar apoyo a las personas de nuevo ingreso. Cada uno aportamos nuestro granito de arena», explica mientras dobla las sábanas.
Son muchos los programas y actividades que desarrolla Proyecto Hombre tanto con los usuarios del centro como con las familias. Cuando llega una persona se le evalúa para despues elaborar un plan de tratamiento. Proyecto Hombre cuenta con un amplio equipo de profesionales que trabajan con los usuarios para rehabilitarlos. «Las personas que acuden a nosotros tienen problemas de diferente índole. Tenemos que valorar si pueden llevar a cabo el tratamiento desde casa o tienen que ingresar», comenta Javier Galán, terapeuta. Por ello el centro cuenta con tres tipos de tratamiento, el ambulatorio, que se sigue desde el domicilio del usuario, el residencial y el centro de día.
Víctor López, más conocido como Viti, en el centro de Gijón, asegura que Proyecto Hombre le ha cambiado la vida. Llegó en el añó 2004 con un grave problema de alcoholismo, que duró más de veinte años. «Esta asociación es una escuela de vida que me ha enseñado a ser otra persona», detalla Viti, mientras prepara la comida de los usuarios del centro pues, en la actualidad, es el cocinero de Proyecto Hombre en Gijón. «Tras recuperarme, me he formado y he vuelto al mercado laboral», explica. Son muchos los consejos y ánimos que Viti le da a los residentes. El más importante: «Que no tiren la toalla, porque de esta se sale».
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