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La Residencia de Mayores La Golondrina, ubicada en los terrenos de la antigua pecuaria de Somió, tiene capacidad para 62 usuarios y abrió sus puertas ayer.
La nueva residencia de la Cocina Económica abre con financiación propia para dos años

La nueva residencia de la Cocina Económica abre con financiación propia para dos años

El Consistorio estudia incluir La Golondrina entre los dispositivos asistenciales de la Red de Inclusión, que ya tiene comedores y viviendas

CHELO TUYA

Martes, 30 de agosto 2016, 01:25

«Tenemos financiación garantizada para dos años. De momento, no queremos ninguna subvención. Luego, ya veremos». Luis Torres, presidente de la Asociación Gijonesa de Caridad, el ente que gestiona la Cocina Económica, volvió a defender la independencia económica de la entidad y respaldar la viabilidad de su proyecto estrella: la residencia para mayores sin recursos.

Bautizado como La Golondrina, el geriátrico que ayer abrió sus puertas en Somió ha supuesto una inversión de 6,8 millones de euros, que incluye los 2,3 millones que les costó comprar al Ayuntamiento de Gijón los terrenos de la antigua Pecuaria de Somió. Una inversión global que salió íntegramente de la herencia que Evaristo Luis Bango dejó a la entidad. El testamento del filántropo gijonés, fallecido en 2006 sin descendientes, puso a disposición de la Asociación Gijonesa de Caridad fincas rústicas repartidas por Jove, Serín, Carreño y Villaviciosa; 200.000 metros cuadrados de monte dedicado a la madera; un solar edificable en la calle Eleuterio Quintanilla y un bloque de viviendas en la calle Corrida. Un patrimonio valorado en 12 millones de euros, al que sumó 16 millones de euros atesorados en un fondo suizo.

Un fondo contra el que pleitea la entidad benéfica y al que aún no ha podido acceder. Es con la venta del patrimonio inmobiliario con el que están dando respuesta a la última voluntad del benefactor: crear una residencia para mayores sin recursos. Hasta 62 tendrán plaza en el equipamiento que inauguró con una misa el arzobispo de Oviedo, Jesús Sanz Montes, a la que siguió una visita institucional. Una cita en la que participaron más de 200 personas, entre las que se encontraban la casi totalidad de integrantes del grupo municipal socialista, con su portavoz, José María Pérez, a la cabeza, así como representantes locales y regionales del PP: desde el concejal Mariano Marín al diputado Matías Rodríguez Feito. Junto a ellos, portavoces de la mayoría de las asociaciones que conforman la Red de Inclusión Activa.

Estreno, en septiembre

«Son ellos los que nos facilitarán no los ingresos, que no necesitamos, sino a los usuarios», explicó Luis Torres en referencia a los integrantes del organismo para luchar contra la pobreza que la Fundación Municipal de Servicios Sociales creó en 2010 con la propia Cocina Económica además de Albergue Covadonga, Proyecto Hombre, Siloé y Cáritas y al que desde 2014 se unieron Banco de Alimentos, Mar de Niebla, Cruz Roja, Albéniz, ACCEM y Voluntariado Vicenciano.

Una idea que defiende la concejala de Foro y presidenta de la Fundación Municipal de Servicios Sociales. Eva Illán, presente en la inauguración, aseguró que su departamento «estudia desde hace tiempo la posibilidad de incluir esta residencia entre los dispositivos asistenciales que tiene la Red Activa de Inclusión». Es decir, que las personas sin recursos tengan acceso directo al centro, como ahora lo hacen al comedor de la Cocina Económica, al Albergue Covadonga o al centro de día de la Fundación Siloé, por no hablar de la red de viviendas tuteladas que ofrecen el resto de ONG de la Red Activa de Inclusión.

La decisión de convertir La Golondrina en un dispositivo comunitario deberá ser analizada «en la reunión que la Red tendrá el próximo mes de septiembre». Eva Illán apuntó, no obstante, una dificultad añadida: «Los recortes en el gasto marcados por la Administración central nos están complicando la vida a todos. Es difícil poder saber si habrá dinero para hacer frente a los gastos ocasionados».

Quienes no harán frente a gasto alguno serán los usuarios. Los diez primeros podrán acceder ya el próximo mes, «aunque los expedientes aún se están evaluando», explicó el flamante director del geriátrico, el también presidente del Grupo Covadonga, Antonio Corripio. Está él al frente de un equipo de doce personas «que se volcarán en la atención profesional a los usuarios de esta residencia».

Todos mayores de 60 años, todos con el único requisito de carecer de ingresos, pese a que el coste de cada plaza supera los 800 euros mensuales. «De momento, insisto, no necesitamos subvenciones públicas. Es más, tenemos que pregonar que las subvenciones no solucionan las cosas. Que tenemos que ganarnos nuestros euritos», reiteró Torres.

Posible ampliación

De hecho, la Asociación Gijonesa de Caridad no ha tramitado ninguna petición formal para concertar plazas con la Consejería de Servicios y Derechos Sociales. «Queremos ser libres para admitir a las personas que lo necesiten». Tan seguro está el presidente de que «los estudios económicos son acertados», que no solo da por consolidada la financiación del centro para los próximos dos años, sino que no descarta que el edificio se amplíe. La instalación, diseñada por los arquitectos Miguel Rubio e Izaskun Bilbao, está preparada para que su cubierta sea levantada y el edificio gane dos plantas más.

Realmente, esa era la intención inicial de la Asociación Gijonesa de Caridad: una residencia de 180 plazas. Pero los problemas para desbloquear la herencia de Bango, primero, y la lentitud en la gestión de los terrenos y la puesta en marcha de las obras, después, hizo que La Golondrina perdiera la mitad de sus plazas por el camino. Incluso su oferta especializada de atención a casos terminales ha quedado, de momento, fuera del nido.

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